Desde su trasplante de hテュgado Raphael no sテウlo se recuperテウ de una forma asombrosa sino que también rejuveneciテウ convirtiéndose en al apasionado y entregado artista que hoy es y que puede con todo lo que le pongan por delante si le encuentran sobre un escenario. Artista de raza, el de Linares tiene una agenda que pocos pueden seguir, ni su propia familia aguanta ese ritmo trepidante, y es que su pasiテウn por cantar y estar cerca del pテコblico es la mejor medicina que ha encontrado para seguir siendo el nテコmero uno. Este fin de semana lo ha tenido como a él le gusta, completito, sin tiempo para el descanso. El sテ。bado actuテウ en Gandia, dentro de los conciertos del festival “El mar donde se unen las estrellas” poniendo punto y final a un verano que ha contado con las actuaciones de Isabel Pantoja, Estopa, Sergio Dalma y Serrat y Sabina. La noche de Raphael fue sin duda la que mテ。s aplausos se llevテウ por la manera que tiene de darse a su pテコblico, de no desaparecer nunca del escenario, de no dejar cuadros flamencos, o bailarines, o solos de guitarra para darse un respiro y cargar pilas. Raphael es incombustible, incansable, un cantante forjado en largas noches de actuaciones y muchos kilテウmetros de carretera, un devoto de la ovaciテウn y un primera espada. Por eso aguanta y hace que su pテコblico disfrute una vez mテ。s, dos, tres, cuatro y las que haga falta. En él los bises se multiplican de forma espontテ。nea. Sus mテコsicos lo saben y por eso ni se mueven cuando se supone que el concierto ha terminado. Eso no va con Raphael. Si le piden que vuelva regresa feliz, complacido y agradecido. Ademテ。s tiene un repertorio para aguantar todo lo que quiera. En Gandテュa hizo un repaso a su carrera. Sus canciones de los aテアos 60 firmadas por Manuel Alejandro, el compositor que le dio la gloria gracias al buen ojo de su representante Paco Gordillo que fue quien les uniテウ. Hoy Gordillo no estテ。 ya para verlo y de ahテュ que el テコltimo disco de Manuel Alejandro para Raphael se lo dedicara a quien fuera su amigo, mentor y la persona que mejor supo conducir su carrera. De los 60 pasテウ a los 70, a los 80 y al 2012 con ese テコltimo trabajo. Momentos inolvidables que emocionan a su nuevo pテコblico, esos niテアos que van de la mano de sus padres y se quedan ojiplテ。ticos cuando le escuchan cantar “Payaso” o bailar “Escテ。ndalo” y que no pestaテアean cuando interpreta “Sexo sentido”. Son los nuevos “raphaelistas” junto a las fans de toda la vida, las que siguen su gira por Espaテアa cargadas de posters y camisetas, y que corean cada una de sus canciones. En Gandテュa hubo hasta un grupo de admiradoras que habテュan viajado desde Rusia donde volverテ。 a estar en breve. “Ya no estoy acostumbrado a cantar tan tarde” me dijo tras la gala en el camerino. A fin de cuentas empezテウ a cantar casi a medianoche, como en los viejos tiempos, cuando las salas de fiestas abrテュan sus puertas a la una de la madrugada.
En tonos claros frente a su clテ。sico traje negro de escenario, Raphael estテ。 hecho todo un chaval. Y le encanta oテュrlo. ” Desde el trasplante no habテュa vuelto a sudar y esta noche no he parado”, me confesテウ. Lテウgico. La humedad y el calor hicieron estragos en todos y él no se librテウ. Al dテュa siguiente, hoy domingo, estテ。 en Benidorm donde recibe homenaje por el 50 aniversario de su victoria en el Festival de Benidorm. Una placa en la plaza que construirテ。n en su honor serテ。 la manera de celebrar esa fecha. Feliz por el reconocimiento, el artista sonrテュe de verdad y se emociona al pensar que una noche mテ。s volverテ。 a ser el de siempre. Qué gusto de hombre. Qué lujo de artista.