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La inmerecida mala fama de la cigarra

La inmerecida mala fama de la cigarra
Además de oír su incansable canto, podemos ver estos días colgando de la vegetación la "piel" rasgada de las cigarras, de la que emerge el adulto
Pilar Quijada el

La cigarra es un insecto que no tiene muy «buena prensa». Se suele poner como ejemplo de despreocupación e incluso de vaguería. La  fábula de la cigarra y la hormiga es un claro ejemplo: mientras la laboriosa hormiguita pasa el verano trabajando, acarreando granos a su hormiguero para cuando lleguen tiempos peores, la cigarra “malgasta” su tiempo cantando bajo un sol abrasador encaramada en los árboles. Sin embargo, como dice el poeta japonés Basho, «nada revela, en el canto de  la cigarra, que pronto morirá». Y es que el incesante canto de este insecto es una señal para la reproducción, después de la cual acaba su ciclo vital y muere.

En realidad, a diferencia de lo que recoge la fábula, casi toda la vida de este insecto transcurre calladamenet bajo tierra, alimentándose del jugo de las  raíces de las plantas. Vive en el subsuelo varios años antes de salir a la superficie. El récord de permanencia bajo tierra lo tienen las cigarras americanas, que estos días han aparecido en la prensa y televisión, que pasan 17 años en el subsuelo como ninfas, antes de hacerse adultas. Son también los insectos más longevos. Su nombre científico es Magicicada septedecim y cuando llega el momento de la  reproducción, salen al exterior, trepan por a los árboles o la vegetación circundante y se transforman en cigarras adultas.

Longevas y chillonas

En ocasiones el único vestigio de esta asombrosa metamorfosis, mediante la que se convierten en adultos capaces de reproducirse, es  su piel rasgada colgando de las ramas o troncos, como la de  la  imagen. Ahora saltan a la fama, en una especie de gran hermano entomológico, como ocurre ahora en algunas zonas de Estados Unidos, donde constituyen toda una atracción. Otras dos Magicicadas (tredecim y neotredecim) aparecen cada 13 años. El hecho de que sus ciclos vitales se repitan cada 17 y 13 años, dos números primos, ha dado pie a todo tipo de teorías, para explicarlo.

Las cigarras tienen también el récord en cuanto a la estridencia de sus cantos y el volumen al que lo emiten. Entre todas, destacada la africana Brevisana brevis, que llega a los 106.7 decibelios a medio metro de distancia. Si quisiéramos hacer un chiste, diríamos que en Europa su canto estaría prohibido, porque las legislaciones de los distintos países establecen que 65 decibelios diurnos y 55 decibelios durante la noche son los límites aceptables para el ruido que podemos tolerar. Los sonidos que sobrepasan de forma continuada los 85 decibelios puede poner en peligro nuestros oídos. Y a partir de los 125 aparece dolor. Sin embargo, la cigarra africana que tiene el récord de volumen de canto, lo utiliza, como sus congéneres para atraer a las hembras. El sonido que emiten también les sirve para comunicarse con otros miembros de su especie y para defenderse de sus predadores.

 Estos días ya puedes oír a las primeras, pues salen durante los meses de mayo y junio para poner la banda sonora de los calurosos días de verano.

Además de su incansable canto, podemos ver estos días colgando de la vegetación la “piel” rasgada de las cigarras, de la que emerge el adulto
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Pilar Quijada el

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