Cualquier persona que quiera conocer la historia de esta gran soprano debe acudir al museo en su memoria situado en un palacio de Busseto; una localidad italiana situada cerca de Parma. Cerca de allí fue donde ella pasó gran parte de su infancia junto a su madre, tras ser abandonadas por su padre. Hija de Teobaldo y Giusepina, un violoncelista y una enfermera con dotes de canto, nació en Pésaro en 1922, aunque tras sufrir el abandono paterno y la enfermedad de la poliomielitis, acabó viviendo en su pueblo materno cerca de su museo, en Langhirano. Aunque se recuperó por completo de aquella dolencia, sí que padeció pequeños problemas durante toda su vida a la hora de andar, de hecho, por esta circunstancia no realizaba muchas actividades físicas y se decantó por la música. Desde pequeña dio clases de piano y empezó a recibir lecciones de canto de la mano del músico Ettore Campogalliani que enseñaba en el conservatorio de Parma.
En unas vacaciones navideñas en Pésaro, su tio Valentino que regentaba una cafetería donde acudía la diva de la ópera Carmen Melis, fue donde consiguió su primera oportunidad. Este familiar consiguió que la soprano acudiese a una audición de Renata, y acabó amadrinándola dándole ella misma durante un tiempo clases de canto. Debutó en el teatro Urbino de la ciudad italiana de Pésaro cantando un tema de la ópera “La Wally” de Alfredo Catalani, de ahí pasó a cantar en el teatro Rovigo con “Melistofele” de Arrigo Boito, después en Parma con “La Bohéme” de Puccini, y ya en 1944 se marchó rumbo a Milán donde tuvo una audición con el director de La Scala, Guido Gatti. En la ciudad de la región de Lombardía recibió sesiones de canto con Giuseppe Pais gracias a la mediación de Carmen Melis y poco después llegó su gran interpretación en Trieste en “Otello” donde el público quedo conmovido. Ha pasado a la historia como una de las mejores sopranos de la historia, especialmente aclamada por sus interpretaciones de Verdi y de Puccini, con más de 1200 actuaciones en su carrera de las cuales más de un millar fueron óperas completas. Para el director de ópera Arturo Toscanini, con quien trabajó en Milán en la reapertura de La Scala, Tebaldi tenía la “voz de ángel” que andaba buscando desde su llegada de Norteamérica.
En 1950 dio el salto a Estados Unidos donde interpretó “Aida” en el War Memorial Opera Hous e de San Francisco, y después triunfó con “Las Bodas de Fígaro”, antes de partir rumbo a América del Sur en una gran gira en los años 50. Ya en 1955 triunfó con “Otello” de nuevo, pero esta vez junto a Mario del Mónaco en el Metropolitan de Nueva York. Hasta dieciocho años estuvo cantando en ese templo de la música donde años antes había triunfado otro italiano como Enrico Caruso. De “La traviata” a “Madame Butterfly”, “Tosca” o “La Gioconda” por numerosos teatros del mundo como Berlín, París, Argentina, Brasil o Japón; destacando el Royal Opera House de Londres, el Festival de Edimburgo, La Wiener Staatsoper de Viena o la Lyric Opera de Chicago.
Fue una mujer que pasó gran parte de su carrera soltera, aunque sí que mantuvo relaciones sentimentales con el bajo italiano Nicola Rossi-Lemeni, o con el director Arturo Basile. Se le conoció en Nueva York con el apodo de Miss Sold Out, es decir, la señorita de las entradas agotadas ya que el Metropolitan fue el lugar en el que cantó en más ocasiones, con hasta 270 actuaciones en su carrera. La última vez que lo hizo fue en enero de 1973 donde interpretó el mismo papel que el día de su debut en esa sala. De las óperas pasó a dar solamente recitales en los años posteriores junto a la compañía de Franco Corelli, y en la Scala de Milán, su otra gran sala histórica recitó por última vez en 1976 cuando tenía 54 años.
Aunque tocó por todo el planeta, no dejó de hacerlo también en su Italia natal como en la ópera de Roma, en la Comunale de Florencia y en el San Carlo de Nápoles. Además, hizo giras internacionales con la compañía de La Scala y actuó junto a Carlo Bergonzi o Jussi Bioerling. Grabó también con otros grandes artistas como Alfredo Kraus, Plácido Domingo, Giuseppe Di Stefano o Lauri Volpi; y fue dirigida por los mejores maestros de escena. Finalmente falleció a los 82 años en 2004 en su residencia de San Marino y hoy en día está enterrada en el cementerio de Mattateto, en Langhirano, localidad de su infancia junto a la ciudad de Parma. Una voz para la historia.
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