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Blogs Toques Sureños por Álex González

Voces para el recuerdo: Julio Sosa

El gran “Varón del tango” falleció a los 38 años en un accidente automovilístico.

Álex Gonzálezel

Hay un tango popularizado por Carlos Gardel llamado “La gayola” que dice en sus últimos versos: “Estoy contento que la dicha a vos te sobre, voy al campo a laburarla, juntaré unos cuantos cobres pa’ que no me falten flores cuando esté dentro del cajón”. Estas fueron las últimas palabras en público del conocido como varón del tango, Julio Sosa, quien falleció en un accidente de coche mientras regresaba de un programa. Conducía un DKW Fissore rojo que se chocó contra un semáforo en Buenos Aires. No logró sobrevivir en el hospital a las múltiples lesiones que padecía y ese mismo día 26 de noviembre de 1964 fallecía a las nueve y media de la noche. Su segunda esposa, Susan Merighi, alegó un tiempo más tarde que Sosa habría sido embestido anteriormente por otro vehículo en base a los peritos del accidente. Se dijo que había bebido, pero testigos que estuvieron con él las horas antes lo desmintieron y sí que afirmaron que esa noche andaba de mal humor.  Nunca sabremos qué pudo ocurrir de verdad, pero sí que era poco habilidoso al volante y que le apasionaba la velocidad. Cuando falleció tenía 38 años.

Julio Sosa fue uno de los mejores cantantes de tango rioplatense de mediados del Siglo XX. No era argentino, sino uruguayo, nació en 1926 en una familia cuyo padre era peón en el campo y cuya madre se dedicaba a la lavandería. Julio se dedicó desde bien joven a aportar dinero en su casa mientras realizaba trabajos temporales, conocidos en su tierra como Changas. Su virtud como cantor le venía desde pequeño donde le gustaba presentarse a los concursos que se hacían en su país hasta que empezó en la orquesta de Carlos Gilardoni y tras divorciarse de su primera esposa, Aída Acosta con la que se casó a los 16 años, se marchó a Buenos Aires en 1949. Sus trabajos con las primeras orquestas uruguayas se pueden encontrar bajo el sello discográfico Sondor. Ya en la capital argentina este gran artista trabajó junto a Enrique Francini y Armando Pontier, tras ser descubierto por un letrista que le escuchó cantar en el Café Los Andes. Con Francini y Pontier estuvo hasta 1952 dejando un total de 15 grabaciones con RCA Víctor. Posteriormente se sumó a la orquesta de Francisco Rotundo donde con el sello Pampa grabó otros 12 trabajos en dos años, y en 1955 vuelve a trabajar con Armando Pontier en solitario grabando en un lustro hasta 33 trabajos más donde destacan emblemas del tango como “Padrino pelao”, “Tengo miedo” “Azabache” o “Cambalache”.

Su fama iba en aumento en el país de la pampa, y en 1960 decidió emprender su carrera como solista de la mano de un gran músico como Leopoldo Federico que tocaba el bandoneón, un instrumento de viento a fuelle y con forma cuadrada con un sonido muy particular para este estilo musical. Estaba en esos años ante el mejor momento de su carrera, donde dejó grabaciones como “En esta tarde gris”, “Qué falta me haces” o “La cumparsita”, este último fue muy especial por los versos recitados del poeta Celedonio Flores. Junto a Leopoldo estuvo hasta sus últimos días, no sin realizar sus pinitos en la música criolla en un paréntesis en 1962.

Escribió un libro bajo el nombre de “Dos horas antes del alba” en 1960 y participó en la película “Buenas noches, Buenos Aires” de Hugo del Carril en 1964. Tiene un mural con su cara en la localidad argentina de Banfield donde vivió y una estatua en su villa natal de Las Piedras en Uruguay donde también se ubica el Museo dedicado a su figura. Hablar de Julio Sosa, es hacerlo sobre el mayor talento del estilo rioplatense tras Carlos Gardel, un hombre que fue bautizado por el periodista Ricardo Gaspari como “El varón del tango”. Un artista para la historia de la música que merece ser recordado.

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