Rosa Belmonte el 17 jun, 2009 Cuando he leído (o visto, no me acuerdo) lo de la británica que se ha quedado sin su último embrión fecundado porque se lo habían implantado a otra, que lo abortó, la historia ya me sonaba. De la tele (a la que la vida imita). Una cosa muy parecida pasa en el último capítulo de la temporada de Sin cita previa (Tuyos, míos, nuestros). Sólo que en la clínica cool de Los Ángeles habían intercambiado embriones y había dos mujeres embarazadas, cada una con el bicho de la otra. Aunque luego acaba bien, el punto de partida era más dramático porque no es que hubiera un último embrión fecundado (como en el caso real) sino que el marido de la mujer había muerto (y eso es lo que le quedaba de él). Pero salvo por esta distracción posterior lo que me interesaba del último capítulo de la serie B (con más visos de A) de Shonda Rhimes es la escena final (a lo Saw 45) con la pobre Violet de protagonista. Yo no sé si esto es spoiler, pero vaya, en cualquier caso, no la contaré (igual que me voy a esperar a que Cuatro ponga el último capítulo de House para comentar el mismo y el anterior). Lo cierto es que de quien quería hablar era de Amanda Foreman, la paciente chiflada de Violet y nuestra tía rara favorita. Parece que si hay que interpretar a una lunática buscan a su agente. Es hija del productor John Foreman (El honor de los Prizzi, El hombre que pudo reinar, El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas…). Lo de ser hija de productor es algo que comparte con Tori Spelling y también que ambas empezaron a actuar de pequeñas. A las dos las han encasillado. Que había que hacer de fea, llamamos a Tori. Que hay que hacer de rara, llamamos a Amanda. Gran parte de la culpa la tiene, claro, el amigo JJ Abrams, al darle el papel de Meghan Rotundi, la excéntrica y adusta compañera de cuarto de Felicity. Tampoco es que la Carrie Bowman de Alias fuera más normal (alguien que se casa con Marshall Flinkman no puede serlo). Luego llegaría la Ivy ex niña prodigio de ¿Qué hacemos con Brian? Y lo último, la loca de Sin cita previa. Me encanta Amanda Foreman (JJ también la tiene en su corazoncito, que para eso la llamó para Star Trek). Sólo puede competir con ella Mary Lynn Rakskub, la Chloe O’Brian de 24, aunque ésta sólo tiene un registro. Las dos son más raras que una jirafa. Bonus track de olores. Ayer en Sálvame uno de los temas de discusión era el olor a sudor de María Lapiedra (creo que no está en el Diccionario Biográfico, al menos en el primer tomo), según había contado Julito (de casa, de siempre, el tipo sin cejas del último GH). Ella se defendía diciendo que vivían en un cuarto piso sin ascensor. Y que si en un mes que habían vivido juntos había olido una vez pues tampoco le parecía gran cosa. Curiosamente, por la mañana, en El Programa de Ana Rosa, donde hablaban de Miriam Sánchez (o Lucía Lapiedra) y de su tristeza por la separación de Pipi Estrada, Lequio afirmó que la infelicidad produce halitosis y que el aliento de Miriam ahora olía a vómito. ¿No es fascinante? (Actualizo. Bueno, viendo que Pipi ha contestado parece que lo del aliento, Lequio lo dijo de Pipi y no de Miriam. Pero sigue siendo fascinante. Tanto la relación entre infelicidad y halitosos como la percepción equivocada de las cosas. Me siento un poco como Mary McCarthy en sus memorias. Con dos versiones. Una, lo que ella recuerda; otra, lo que al parecer pasó). Bonus track de voces. ¿Por qué demonios le han cambiado, en el doblaje, la voz a María Lark, la Bridgette de Medium? Hemeroteca Comentarios Rosa Belmonte el 17 jun, 2009