Estoy viendo John Adams (la estrena Canal Plus). Si El ala oeste tiene el efecto de convertirme en patriota estadounidense, la miniserie de HBO me hace patriota estadounidense vintage. Es verdad que a veces me parece un tostón (por densa) pero la mayor parte del metraje me resulta fascinante (y más divertida que leer a Tocqueville). Una pieza casi perfecta. Una serie histórica de las que deberían poner en los colegios. Los primeros 50 años de Estados Unidos por la vía de la buena televisión. Y llena de actores televisivos (David Morse, el poli rencoroso de House, es George Washington y también sale Zeljko Ivanek, el abogado de Ted Danson en Damages).
Lo que más enganchada me tiene son las escenas matrimoniales entre John Adams y Abigail Adams. Entre Paul Giamatti y Laura Linney (aunque en los primeros episodios, con las sesiones en Filadelfia y las embajadas en Europa, a la pobre la tiene abandonadita). La mujer es una especie de Yoda. Con semejante lumbrera a tu lado, cualquiera se hace padre fundador de un país y presidente (John Adams fue el segundo y John Quincy Adams, su hijo, el sexto).
Una serie como esta me hace acordarme de los Grandes Relatos de TVE, de aquella época en que por las noches lo que había era un pedazo de serie ( y no sé si Guerra y Paz lo será). Normalmente eran de la de la BBC (si eran históricas), aunque también podía ser Séptima Avenida o Capitanes y reyes.
(Por cierto, estos días pasados he estado consumiendo tele británica y después de ver la cobertura de Wimbledon de la BBC ya me puedo morir. Qué gusto da escuchar a Sue Barker, la rubia que tras la final bajó a la pista y entrevistó a Nadal y Federer, y a sus comentaristas de lujo, que van de McEnroe a Boris Becker a Virginia Wade o Tracey Austin. Una pasada.)
Bueno, decía que con John Adams (un must see) me he acordado de Grandes Relatos. Pero también lo he hecho con los anuncios viejunos de El Corte Inglés (¿cómo es posible que parezca más viejo el de Sobera que el de Mari Carrillo?). Las rebajas de El Corte Inglés también las anunció Lynette Davis, más conocida aquí como Davinia, su personaje en La fundación, una serie británica que TVE emitió en 1979 dentro de Grandes Relatos (no era histórica) y que fue un trueno, tanto que la prota anunció las rebajas. Qué efímera es la fama a veces (hubo niñas que recibieron en su día el nombre de Davinia, igual que otras se llamaron Demelza por la de Poldark). Me imagino a los jovenzuelos publicistas a la hora de hacer el anuncio mirando los spots antiguos. O sea, pero quién carajo es esta tía y tal.
Y dos cosas sueltas:
-Supongo que a estas alturas alguien lo habrá dicho ya, pero es mirar a Joaquín Prat Jr. y ver la fusión de Eduardo Punset con Harpo Marx (y qué duro tiene que ser mantener esa sonrisa de escuchar mientras Raquel Sánchez Silva habla).
–Los hombres de Paco. La escena de cama de Marian Aguilera y Laura Sánchez interrumpida por Juan Diego (padre de la primera y comisario de la segunda) tuvo narices. Coge el tío una silla y se sienta delante de ellas. Vale que el discurso fue muy bonito. Pero hombre, ¿no te puedes esperar a que estén vestidas?
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