aecr.org el 10 dic, 2014 Por Juan R. Cuadrado Roura. Catedrático de Economía Aplicada y Titular de la Cátedra J. Monnet ‘Política Económica y Unión Europea’. Universidad de Alcalá Sobre el ‘por qué’ y las perspectivas de cambio en el futuro El análisis de la evolución de las regiones españolas permite observar un hecho que ha servido de argumento para tratar de explorar las causas del dispar comportamiento de las regiones antes y después de la crisis. Esto es lo que hemos hecho quien escribe este artículo y el profesor Andrés Maroto, ambos del IAES de la Universidad de Alcalá. El primer resultado ha sido constatar que al comparar los períodos 2000-2007 y desde 2007 hasta la fecha existe una diferencia muy clara. Mientras que en el primer período la mayoría de las regiones menos ricas (es decir, con un PIB per cápita más reducido) alcanzan tasas de crecimiento algo más altas que las más ricas, con excepción del caso del País Vasco, en el segundo período este comportamiento cambia sustancialmente. La mayoría de las CCAA más pobres en PIBpc registran tasas de crecimiento peores que la media española y, por el contrario, varias de las más ricas (aunque no todas) tienen un mejor comportamiento que la media española, como sucede en los casos de País Vasco, Navarra, La Rioja, Madrid y, con menor claridad, Cataluña. Este último hecho nos incitó a explorar las razones por las cuales – es decir, el ‘por qué’ – unas regiones se han visto más afectadas que otras por la crisis. Para averiguarlo hemos llevado a cabo análisis sobre la especialización productiva de las distintas CCAA, la evolución de las estructuras productivas y las diferencias en términos de productividad por sectores y comunidades autónomas. El objetivo de estos análisis era explorar algunas de las causas explicativas del dispar comportamiento de las regiones ricas y de buena parte de las más pobres. Los resultados obtenidos – en cuyo detalle no cabe entrar aquí – confirman que el tipo de sectores en que las distintas CCAA están especializadas, junto con la inercia que muestra la evolución de las estructuras productivas en gran parte de las más atrasadas, y las diferencias que se constatan en términos de productividad por ramas de actividad, explican el comportamiento más positivo que han registrado varias de las regiones más ricas durante la crisis, y el indudablemente peor de las que son más pobres y que tienen una estructuras de producción y de especialización poco evolucionadas. Las regiones ricas estaban especializadas en actividades manufactureras y de servicios de mercado, mientras que las menos ricas lo estaban en la construcción y, en particular, en actividades de extracción y energía y en el sector agropecuario. Aunque algunos de estos rasgos se han mantenido después de la crisis, hay otros que han cambiado y que permiten explicar el proceso de divergencia regional observado a partir de 2006/07. Es más, en las regiones menos ricas se ha reforzado su especialización en servicios relacionados con las administraciones públicas, mientras que en las ricas se han producido importantes ajustes en los sectores de la construcción y en las manufacturas. Una segunda cuestión que deja planteado este importante empeoramiento de las disparidades interregionales en España es la de saber ‘hacia donde’ pueden evolucionar dichas diferencias en el futuro. En otras palabras: ¿continuará el proceso de divergencia que hasta ahora se ha observado? ¿Hay posibilidades de que en los próximos años pueda producirse nuevamente una reducción de las disparidades interregionales? Tampoco en este caso la respuesta es sencilla, pero si algo puede anticiparse es que seguramente serán necesarios bastantes años para ‘recuperar’ el proceso de convergencia anterior a la crisis. Gráfico nº 4 Fuente: Elaborado con datos de Eurostat. No me refiero al caso de la economía española, en su conjunto, en relación con la evolución de la media del PIB pc de la UE, puesto que si las tasas de crecimiento españolas se mantienen por encima de la media europea, como va a ocurrir en 2014 y cómo se prevé que puede suceder en 2015, el PIB español por habitante puede volver a recortar diferencias con respecto a la media europea. Conviene recordar, sin embargo, que la crisis ha supuesto que España retroceda al nivel que tenía en 1995 en la comparación entre nuestro producto por habitante y la media de la UE-28, como muestra el gráfico nº 4. Sin embargo, en el caso de las diferencias que existen entre CCAA, las posibilidades de reiniciar un proceso de convergencia son, en mi opinión, mucho menos claras. Sobre todo porque la crisis ha puesto de relieve que el tipo de especialización de algunas Comunidades, la inercia de sus estructuras de producción y su baja productividad constituyen un conjunto de rémoras y obstáculos cuya mejora no es ni será en absoluto fácil, ni a corto ni a medio plazo. De momento, los últimos datos disponibles indican que las regiones con mayor nivel de PIB pc están saliendo antes y mejor de la crisis que las más atrasadas. En buena parte porque la competitividad de lo que producen es buena y porque han podido aprovechar las posibilidades de aumentar sus exportaciones al resto de Europa y a otras áreas del mundo. Este es el caso del País Vasco, Navarra, Rioja, Madrid y Cataluña, a los que se han sumado Galicia y, en los dos últimos ejercicios, Canarias y Baleares, debido al buen comportamiento del turismo y al elevado grado de especialización que estas dos últimas tienen en este sector. Estos resultados deberían hacer reflexionar a los gobiernos de las CCAA y al propio gobierno español sobre lo que pueden y deben hacer para cambiar la dirección que está siguiendo la el problema de las diferencias interregionales en nuestro país. El problema no radica, por supuesto, en la financiación autonómica ni en toda la lista de reclamaciones que con frecuencia se plantean por parte de las CCAA. El problema se relaciona directamente con las pobres políticas de desarrollo y de cambio de estructuras productivas que se están llevando a cabo por parte de las propias comunidades autónomas (particularmente las menos dinámicas) y también a escala nacional. Pensar en que las subvenciones y las transferencias son lo importante y que son clave para el desarrollo de una región es un gran error y sus efectos suelen prolongarse por décadas. Sin duda pueden ayudar. Pero no es menos cierto que, con frecuencia, ‘adormecen’ y desestimulan el empleo de todas las capacidades necesarias para desarrollarse que pueda tener esa región. Una versión de este texto se publicó en el diario ‘Expansión’ y se basa en el ‘paper’ realizado junto con Andrés Maroto Sánchez, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador senior del IAES, Universidad de Alcalá, presentado en el Congreso de la ERSA en St. Petersburgo, a finales del pasado mes de agosto, con el título: ‘Unbalanced Regional Impact of the crisis in Spain. An explorative analysis through structural changes, sectoral specialization and productivity’. Las ideas que figuran al analizar el contraste entre la capacidad de reacción de las regiones menos dinámicas y las más ricas y/o dinámicas del país a partir de la crisis se desarrollan con amplitud en dicho paper. Reflexiones Tags ConvergenciadesempleoEconomía regionalPIB per cápita Comentarios aecr.org el 10 dic, 2014
Nuevo videoblog en La riqueza de las regiones “Cómo los Espacios de Coworking Están Transformando No Solo las Ciudades, Sino También las Zonas Rurales”
Hacia la mejora en el marco regulatorio de las pymes: la oportunidad del Laboratorio Europeo de Competitividad y del Régimen 20
La pobreza y la desigualdad de las Comunidades Autónomas en la estadística española[1] – Análisis de resultados de la ECV y el Atlas del INE y una propuesta de distribución combinada[2]
Distribución geográfica de la pandemia Covid-19 y sus factores determinantes: Evolución temporal por olas en el caso de España