aecr.org el 17 dic, 2014 Por Xabier Alberdi DBS Universidad de Deusto 1503. Cristóbal Colón llega a las Antillas en su cuarto viaje. Los indígenas se niegan a colaborar y a proporcionar víveres a la tripulación, por una serie de acontecimientos que ponen muy en entredicho la honorabilidad de la misma (p.ej. robos y violaciones). Por consiguiente, el primer problema que el almirante encuentra a su llegada es hacer frente al hambre de su expedición. Una situación así requiere soluciones eficaces. El futuro de sus hombres está en juego. Como buen navegante y cartógrafo, Colón estudiaba la tabla astronómica de El gran Tratado o Compilación Magna (1478), obra referente de Abraham Zacut (1452-1510?) que fue posteriormente traducida al latín y publicada con más éxito bajo el nombre de Almanach Perpetuum Celestium Motuum (1496). Gracias a esta publicación, Colón supo que el día 29 de Febrero de 1504 habría un eclipse. Aquel mismo día, convocó a los caciques y líderes jamaicanos, y les comunicó que su Dios iba a ocultar la Luna si no se le proveía de víveres para los cristianos. Hartos, los indígenas se negaron nuevamente. Así, tal y como estaba previsto, la Luna fue desapareciendo ante la estupefacción del pueblo jamaicano. Colón, en un notable ejercicio de estrategia, esperó hasta el momento de plenitud máxima del eclipse antes de aceptar las súplicas de los locales y otorgar su perdón. Por supuesto, la Luna reapareció poco después, justo cuando el almirante había previsto. La tripulación no volvió a pasar hambre. Este singular episodio histórico me permite introducir el tema central que quiero poner en común a través de este breve artículo: el uso del miedo, de la amenaza y del chantaje con fines espurios está profundamente enraizado en la cultura institucional de la vieja Europa del sur. Además, es la misma vieja Europa del sur quien se encuentra sumida en muchas y muy profundas crisis. Existe por tanto un campo abierto a la imaginación y a la presentación de hipótesis que estudien dilemas económico-institucionales. Así, estas hipótesis podrían ser estudiadas mediante el uso de indicadores de tipo cultural (p.ej: religión común, sistema de valores común, raíces lingüísticas compartidas, etc…), como de otro tipo, más ligados a la geografía económica y la inversión (sectores prioritarios, grado de avance tecnológico, inversión en investigación, etc…), con el fin de comprender mejor y encontrar causas comunes. Desafortunadamente, los indicadores de tipo cultural son más difíciles de medir y por ello, se tienen menos en cuenta en el ámbito de la investigación económica. Habitualmente, acabamos hablando de la “inversión en I+D“ como una de las principales variables empleadas en la explicación de casi todo… y en la explicación de casi nada. Pero nosotros, como decía Antoine de Saint-Exupéry en El Principito… nosotros que comprendemos la vida, nos reímos de los números. Porque sabemos que en demasiadas ocasiones, los números son presentados por quienes están en ambos lados de la cuerda que une la financiación de las encuestas que recaban los datos, y el análisis e interpretación ulterior de sus resultados. Precisamente por ello es tan importante que un país cuente con investigadores potentes e independientes que promuevan el diseño de nuevos indicadores que, entre otras cosas, contribuyan a recabar datos distintos y anuncien “nuevas crisis”…que puedan conducirnos a completar los diagnósticos y arrojar luz donde hasta ahora no hemos sabido o no nos ha interesado. En cualquier caso, exactamente igual que se hace hoy. Colón hizo un uso poco ético de su conocimiento y desechó posiciones alternativas seguramente más respetables, pero también mucho más caras. Así, mentira tras mentira, España, Italia, Grecia o Portugal, se han convertido en países de formato democrático y sin embargo, contenido y comportamiento no democráticos o incluso antidemocráticos. El miedo, la amenaza y el chantaje, han cristalizado, generación tras generación, en el “saber hacer chabacano” de las instituciones más importantes, a través de una clase gobernante que carece de “almanaque” y por tanto, desoye los consejos escritos por los nuevos “astrónomos” de la economía. Estamos siendo gobernados por indígenas que piensan que esto de la crisis es como un eclipse…y que este está tocando a su fin. Sin embargo, ¿Qué tipo de transformaciones en la estructura económica justifican que se pueda anunciar la superación de la crisis?. A corto plazo, ¿Qué empresas van a ser capaces de absorber y monetizar los conocimientos y el talento de la sociedad actual?. Sinceramente, considero que aún quedan décadas de cambios profundos y dolorosos. Eso sí, como he escrito en otras ocasiones, podemos mejorar mucho en eficiencia y otros aspectos que nos permitan ganar algo en productividad y competitividad. Por supuesto, algo de compasión y humildad podrían también cambiar el centro del debate social desde el “crecimiento” hacia una “redistribución” más equitativa de la riqueza. Quiero decir que la recuperación no depende necesariamente del crecimiento, pero eso me lleva a otro debate que espero poder abordar. Sin embargo, en cuanto a los mencionados aspectos culturales. La mentira institucional dista hoy a un click en google. Algo ha cambiado profundamente. Antes, como en el caso del almirante Colón, el conocimiento hacía a las personas poderosas. Hoy, como me anunció mi profesor, el conocimiento hace a las personas libres. Hoy añado que, precisamente por ello, muchos de nuestros políticos son presos. Presos de su ignorancia e incompetencia indígenas; y secuestran las instituciones con su falta de ciencia y con su falta de letra. Sin embargo, hoy somos más libres que ayer y sabemos mejor lo que tenemos que hacer mañana. Sólo pido que no nos fallen las estrellas. 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