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Modelo turístico litoral en un contexto de cambio climático

Modelo turístico litoral en un contexto de cambio climático
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Por Josep-Maria Arauzo-Carod – Departament d’Economia (ECO-SOS) – Universitat Rovira i Virgili – @IND_LOC

El modelo turístico imperante en el litoral mediterráneo se basa en un producto de sol y playa donde la disponibilidad de dicho recurso natural juega un papel clave y constituye el principal atractivo. Se trata de un modelo que, sin duda, ha evolucionado con el paso de los años, y que en buena parte de la costa ha derivado hacia unos segmentos de calidad más elevados, tanto por lo que se refiere a la oferta de los establecimientos turísticos y los servicios complementarios, como a los servicios públicos prestados. Sin embargo, la base del modelo sigue siendo la disponibilidad de playas, y éste es un recurso que, por desgracia, se encuentra en franca regresión como consecuencia de la subida del nivel del mar derivada del cambio climático, una situación que no tiene sino visos de empeorar en los próximos años.

En este contexto, la capacidad de carga de las playas mediterráneas será cada vez más reducida, lo que sin duda reducirá el atractivo de las zonas que basan todo su potencial turístico en ese recurso y, en consecuencia, el número de visitantes experimentará reducciones considerables. Es evidente que no se trata de un proceso radical sino de un cambio inexorable (en el supuesto que no se tomen las medidas apropiadas o que éstas sean insuficientes) y paulatino, que se está produciendo en un horizonte temporal relativamente dilatado. Este hecho debería permitir un cambio radical en el sector, a efectos de redimensionarse a la baja en las zonas litorales y, al mismo tiempo, explorar trasladar parte de sus activos materiales y humanos a zonas de interior donde la afectación se prevé más reducida. Se trata, pues, de un proceso que debería llevar a replantearse el sector tal y como se concibe actualmente, con objeto justamente de ajustar los servicios ofrecidos no ya a los recursos humanos disponibles sino a los recursos naturales (en regresión) disponibles. Es evidente que dado que hablamos de unos recursos naturales fijados en el territorio, el impacto en términos de geografía económica será considerable, ya que se trata de unos activos que, de forma estricta, no son relocalizables.

El modelo turístico de sol y playa al que nos referimos no es, sin embargo, homogéneo a lo largo del litoral, dado que mientras que en determinadas zonas la apuesta por un turismo de masas plantea dudas razonables sobre la posible reconversión del modelo (Eivissa en Balears, la Costa Dorada en Catalunya o la Costa Blanca en la Comunitat Valenciana), en otras zonas del litoral mediterráneo la opción por un modelo menos intensivo y menos depredador de recursos permite ser algo más optimistas. Sin embargo, los casos que deben preocupar a los policy makers son los primeros y no los segundos, dado que ellos suponen unos porcentajes de empleo y PIB muy significativos en sus respectivos territorios y, por desgracia, no se vislumbran estrategias alternativas que permitan cambiar dicha especialización productiva, ni tampoco parece razonable que pueda generarse una oferta alternativa de bienes y servicios turísticos en sus zonas interiores que puedan substituir la oferta litoral.

Un ejemplo de este riesgo lo tenemos en el mapa adjunto, que muestra una previsión de una subida del nivel del mar de un metro, en este caso para las zonas litorales de la comarca del Alt Empordà, en Catalunya. En concreto, la magnitud de las zonas rojas (las afectadas por dicha subida) se concentran en zonas húmedas muy cercanas a la costa, con un efecto muy claro en términos de retroceso de las playas existentes, pero la afectación se da en prácticamente la totalidad del litoral.

Impacto de una subida del nivel del mar de un metro (Alt Empordà, Catalunya)

 

Fuente: Climate Central.

Por suerte o por desgracia el modelo económico actual ha supuesto una válvula de escape al problema del desempleo en muchas zonas litorales mediterráneas. Así, durante muchas décadas se ha asumido como normal un modelo de especialización litoral concentrado en los meses de verano, período en el cual la actividad económica llega unos picos de actividad que se mantienen solo unas cuantas semanas, para situarse en niveles mínimos el resto del año. Esta es una estrategia muy discutible desde una lógica económica estricta, pero que no suponía en ningún caso un obstáculo insalvable para la continuación del modelo. Sin embargo, en el contexto actual de crisis climática este modelo ya no sirve, y el problema es que no todos los territorios litorales están en condiciones de cambiar las características de la oferta turística y adaptarse a unas nuevas condiciones climáticas y geográficas. Como decíamos al inicio, éste será un proceso lento, lo que por un lado debería permitir a las administraciones públicas implementar las políticas públicas y las actuaciones que permitan una mitigación de los efectos del cambio climático, pero el sector empresarial también tiene su responsabilidad a efectos de transitar hacia un modelo mucho más sostenible, duradero y equilibrado desde un punto de vista geográfico.

 

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