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¿Es sostenible el éxito del Camino de Santiago?

¿Es sostenible el éxito del Camino de Santiago?
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Por Roberto Bande, Melchor Fernández y Dolores Riveiro – GAME-IDEGA, Universidade de Santiago de Compostela

 

Uno de los aspectos clave en la gestión de cualquier recurso turístico tiene que ver con la percepción que los usuarios y los residentes puedan tener acerca del grado de saturación del mismo. Desde el punto de vista del usuario, un recurso saturado (una elevada densidad de visitantes en el espacio a visitar) puede causar una percepción negativa del mismo. Desde el punto de vista de los residentes, la elevada densidad de visitantes puede generar externalidades negativas que pueden llegar a provocar una percepción negativa sobre un recurso que, en principio, estimularía la actividad económica local. En el ámbito de la economía del turismo se suele emplear el concepto de capacidad de carga turística. En este contexto, es relevante la intensidad de uso del recurso en relación a dicha carga.

 

El cálculo de la carga turística, no obstante, no es siempre es sencillo, ya que depende de numerosos condicionantes (físicos, económicos, de gestión, etc.), por lo que no existe una metodología universal para realizar el mismo. Uno de los principales condicionantes es el propio espacio turístico. El Camino de Santiago, visto como recurso turístico, presenta particularidades que nos obligan a calcular esta capacidad de carga de forma específica.

 

En el marco de un convenio de colaboración del grupo de investigación GAME de la Universidad de Santiago con Turismo de Galicia, hemos realizado (entre otras muchas actividades) el cálculo de la capacidad de carga turística del tramo gallego del Camino de Santiago, en concreto del Camino Francés. Esta evaluación es importante, al ofrecer una estimación objetiva del grado de utilización del recurso, lo que puede ponerse en relación con la percepción subjetiva de residentes y peregrinos. De hecho, los resultados obtenidos confirman que la percepción de saturación es subjetiva y depende poco del grado efectivo de utilización del recurso (la percepción de saturación individual no está positivamente correlacionada con el nivel de ocupación) y que, por el momento, esta percepción de elevada densidad de visitantes no afectaba a la percepción positiva que, en términos generales, estos peregrinos tenían de su experiencia (incluso, para muchos peregrinos la presencia de otros peregrinos es uno de los aspectos de su experiencia mejor valorado).

 

Para realizar esta tarea hemos tenido que adaptar la metodología existente a este recurso concreto, que, como hemos comentado, posee unas particularidades importantes: a diferencia de otros recursos turísticos, estamos considerando un recurso que es utilizado a lo largo de sucesivos días por los visitantes/peregrinos, a medida que avanzan hacia Santiago de Compostela. Por tanto, la carga no puede medirse de igual forma que en recursos consistentes en un recorrido cerrado (con entrada y salida de visitantes). En este caso, tenemos un flujo de peregrinos que avanzan a lo largo del camino, y que lo emplean en unas determinadas horas del día, debido a las restricciones derivadas del acceso a los alojamientos y de los hábitos y costumbres de los peregrinos.

 

El cálculo de la capacidad de carga se suele realizar en tres niveles. En primer lugar, se calcula la capacidad de carga física, que se correspondería con el número máximo de visitantes que podrían usar el camino en cada una de sus etapas. Para realizar este cálculo hemos tomado datos procedentes de diversas fuentes acerca de la longitud de cada una de las etapas, velocidad media de los peregrinos que realizan el camino a pie, número de horas de luz, etc. A continuación, asignamos un espacio mínimo entre peregrinos y calculamos el número máximo de peregrinos que podrían usar una determinada etapa del camino a lo largo de un día.

 

Sobre esta capacidad física, aplicamos una serie de coeficientes reductores de ajuste, relacionados con aspectos meteorológicos (no es igual de fácil caminar un día de lluvia o un día de mucho calor), y sobre todo los factores de corrección sociales, relacionados con el tamaño medio de los grupos de peregrinos y la distancia que debería existir entre dichos grupos para que no exista percepción de saturación. En nuestro caso, tras revisar diversos estudios previos, hemos calculado un tamaño medio de grupo de 2,7 peregrinos y hemos asignado un espacio de separación entre grupos de 25 metros. De esta forma calculamos la capacidad de carga real. Sobre ésta última, realizamos un último ajuste, consistente en considerar el comportamiento efectivo de los usuarios. Éstos suelen caminar sólo por las mañanas, sin emplear el recurso turístico por las tardes. Ello se debe, por un lado, a los horarios de apertura/cierre de los albergues (públicos y privados), pero también la costumbre extendida de caminar tan sólo por las mañanas. Este comportamiento limita el número de horas en las que el recurso turístico es empleado y, por tanto, aumenta la densidad de uso. Este último ajuste nos proporciona la denominada capacidad de carga efectiva.

 

A partir de estos cálculos y empleando datos del número de peregrinos procedentes de la Oficina del Peregrino de la Catedral de Santiago hemos calculado los índices de ocupación de las diferentes etapas. Dichos índices se calculan como la ratio entre el número total de peregrinos en un mes y etapa sobre la capacidad de carga efectiva. Estos índices varían entre 0 y 12, de forma que valores por debajo de 4 indican una ocupación muy baja; valores entre 4 y 6 una ocupación media, entre 7 y 9 una ocupación alta y valores superiores a 9 una ocupación muy alta. El gráfico 1 muestra parte de nuestros resultados. La ocupación es baja y homogénea en los meses con mayor entrada de peregrinos (Mayo a Octubre) en las etapas Cebreiro-Triacastela y Triacastela-Sarria. A partir de Sarria las cosas cambian: observamos un aumento importante de la ocupación entre Julio y Septiembre, como consecuencia del elevado número de peregrinos que comienzan la peregrinación en Sarria. Los índices de ocupación a partir de Melide aumentan considerablemente en los meses de verano, al irse incorporando al Camino Francés los peregrinos procedentes del Camino Primitivo y del Camino Norte. En resumen, los índices de ocupación del camino son elevados, pero sólo existen picos puntuales tanto desde el punto de vista temporal (meses de verano) como por etapas (tan sólo la etapa Pedrouzo-Santiago presenta índices de ocupación muy elevados, en el mes de agosto).

Por tanto, desde el punto de vista de la gestión del camino, no parece que existan problemas derivados de la saturación que exijan actuaciones inmediatas, si bien el enorme éxito que este recurso turístico está teniendo debe mantener en alerta a los responsables de su gestión para evitar que puedan presentarse problemas derivados de una elevada densidad de visitantes en el futuro. El análisis realizado permite mostrar sobre qué elementos se puede actuar para reducir la densidad percibida en los meses de mayor presencia de peregrinos. Entre otras posibilidades, promover la realización del Camino por las tardes o facilitar puntos de descanso intermedios en las etapas tradicionales podrían ser opciones muy efectivas.

 

 

Gráfico 1. Índices de ocupación por mes y etapa

 

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