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El covid-19 en la España de las Autonomías

El covid-19 en la España de las Autonomías
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Por Luis Angel Hierro – Profesor de Economía de la Universidad de Sevilla- Vicepresidente de la Asociación Andaluza de Ciencia Regional

 

La pandemia por Covid-19 nos va a hacer pensar sobre muchas cuestiones y el Estado de las Autonomías y sus vericuetos no va a ser algo que quede al margen.

Cuando a comienzos de marzo el covid-19 se mostró como epidemia inminente no fueron pocos los Presidentes de Comunidades Autónomas que pensaron que la epidemia podría ser utilizada como instrumento político. El President de la Generalitat se lanzó de inmediato a pedir una política específica, Cataluña era diferente, había que cerrarla y no quedarse a medias tinta. Esa era otra de las virtudes de la independencia , se podría defender a los catalanes de forma más efectiva. La Presidenta de Madrid, que dos días antes no sabía como se podía cerrar Madrid, y los Presidentes de Andalucía y el de Murcia comenzaron a culpar al gobierno del desabastecimiento de material sanitario, a pesar de que hasta el 14 de marzo la competencia de que la sanidad pública dispusiera de medios contra el covid-19 era de ellos. Hasta el presidente de Castilla-La Mancha se despachó ofendido porque el presidente del Gobierno, de su propio partido, no le había avisado personalmente de que iba a cerrar los centros universitarios, cuando él había dicho lo contrario.

La oportunidad del ataque político era obvia, lo describe magistralmente Anthony Downs el su libro “Teoría económica de la democracia”. El Gobierno tiene la obligación de actuar y por ello tiene la desventaja de que puede equivocarse, por su parte el oponente goza de la ventaja de criticar el error sin tener que actuar. Así lo pensaron algunos presidentes de Comunidad y en la primera semana del confinamiento lo intentaron, aunque pronto se dieron cuenta de que su planteamiento era absurdo. Cuando las muertes pasaron a ser centenares al día, cuando ya no se disponía de recursos para ingresar en UCIs, cuando ni tan siquiera eran capaces de enterrar a los muertos y desinfectar los geriátricos el espejismo de la oportunidad política se desvaneció. Ellos estaban en la misma trinchera que el Gobierno de España y lo que tenían que hacer era trabajar para defender la salud de los/as españoles/as. Hubo quienes lo entendieron más pronto, como Feijó, el Lendakari Urkullu o Ximo Puig, otros sólo han aprendido tras tropezar cinco veces con la misma piedra, como le ha ocurrido a la Presidenta madrileña Díaz Ayuso.

Pasada esa primera semana comenzó a mostrarse más la unidad y solo ha habido pequeñas escaramuzas. Las Comunidades Autónomas, incluida Cataluña, comenzaron a asumir que son Estado, y más en sanidad, y eso ha dado lugar que podamos ver la realidad de nuestra estructura de país. El Estado de Alarma se ha ejecutado por todos, hasta por quienes que no estaban de acuerdo en la centralización de determinadas responsabilidades. El Gobierno de España ha asumido la responsabilidad de las decisiones de la lucha contra la pandemia sin necesidad de mermar las competencias de gestión de las Comunidades Autónomas y se ha dedicado a ampliar sistemáticamente los medios sanitarios, de control, de limpieza y de logística. El Estado de Alarma no ha tenido nada que ver con un 155, para desconsuelo de los nostálgicos y para tranquilidad de las Comunidades Autónomas.

Las Comunidades han seguido controlando su sistema sanitario y el Gobierno se ha limitado a apuntalarlas en los picos de contagio construyendo hospitales de campaña a los que han llegado los enfermos derivados por la sanidad pública de cada Comunidad. Ciertamente el Gobierno ha centralizado las compras y la distribución de material a partir del 14 de marzo, pero sin cercenar las posibilidades de que sí alguna Comunidad conseguía el material se lo quedase. Como es obvio, cuanto más material hubiera mejor y sí una Comunidad conseguía material por su cuenta había más para repartir a otras. El Gobierno ha empleado el ejercito, en especial la UME, en las Comunidades más sensibles, Cataluña y el País Vasco, cuando ha sido necesario y cuando ellas lo han pedido y ha ocurrido con toda la naturalidad y sin ningún problema. El Gobierno ha ido solicitando los datos de la enfermedad en el formato dispuesto por la Organización Mundial de la Salud, pero si alguna Comunidad se ha visto sobrepasada en las UCIs y ha dado los datos en otro formato, simplemente se han admitido sin crear ningún conflicto, porque es algo que será subsanable en el futuro.

Han existido reuniones semanales del Presidente del Gobierno y los Presidentes de Comunidad y todos han dado su opinión y han hecho sus propuestas, algunas han cambiado la posición original del gobierno otras no, no obstante todos los Presidentes han dado una rueda de prensa tras ellas y lo discutido se ha comunicado con transparencia y sin ningún tipo de choque institucional que merezca mención. Eso sí, la foto de la unidad de esta crisis no ha sido la de la multiconferencia de los/as Presidentes/as de Comunidad con el del Gobierno, la foto ha tenido lugar cuando guardias civiles y mossos y ertzainas se han dado mutuamente el pésame por sus fallecidos. Esta España tiene una base de unión mucho más sólida de lo que aparenta.

En definitiva, el Estado de las Autonomías ha demostrado que soporta un Estado de Alarma sin fisurarse, ni perder eficacia. Esto tiene dos posibles lecturas: por una parte, la que apoya el PP y Ciudadanos, de que el Estado de las Autonomías es un instrumento aún viable; pero también, por otra, la que apoya el PSOE y Podemos de que se puede seguir avanzando hacia el federalismo sin problemas para actuar como una nación unida en su diversidad.

Ya veremos hacia donde caminará España en la era post-covid-19. Por lo pronto lo lógico es empezar intentando unos Pactos de la Moncloa II. Eso sí, esta vez, además de partidos, tendrá que haber Comunidades Autónomas. Se lo han ganado a pulso y han demostrado que son Estado.

 

 

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