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Ramos exige ganar un sesenta y seis por ciento más

Ruben Cañizaresel

Muchos aficionados merengues se preguntan por qué un deportista que es muy rico se enroca cual rabieta de niño y exige sí o sí ser aún más rico. Esa es la sensación de cierta parte de la hinchada merengue que no entiende por qué Sergio Ramos ha decidido lanzarle un innecesario órdago al Real Madrid tras una temporada en la que el equipo se ha quedado en blanco y ha visto cómo su eterno rival lograba el segundo triplete de su historia. No parece el mejor momento para llamar al despacho a reclamar más dinero.

El de Camas lleva diez años en la entidad blanca a un altísimo nivel. Ha tenido momentos delicados, pero en líneas generales ha mostrado un gran rendimiento, hasta convertirse en uno de los mejores centrales del mundo. Su gol en Lisboa el 24 de mayo de 2014 es, a día de hoy, el más importante de la historia del Real Madrid. Nadie le resta sus méritos, que son muchos, pero si tenemos en cuenta que Ramos ya camina cerca de la treintena (llegará a la tercera década de su vida en marzo del año próximo), parece un poco exagerado pedirle al club un incremento salarial del 66 por ciento. A quiénes les parezca normal, les invito a hacerlo en sus trabajos. Entren al despacho de su jefe y pídanle una nómina casi el doble de lo que cobra ahora. Verán como salen muertos de la risa.

Es comprensible que un futbolista de 29 años quiera firmar el mejor contrato de su carrera, sabedor de que su permanencia en el fútbol de élite entra en la recta final, pero un club ganador y exigente como el Real Madrid tiene que pensar en el presente y en el futuro. Parece una hipoteca suicida comprometerse a pagarle más de veinte millones de euros brutos por temporada a un defensa hasta los 34 años, por mucho que se llame Sergio Ramos. Hoy es indispensable en el equipo, pero nadie asegura que lo sea dentro de tres temporadas, por ejemplo. Casillas es un buen espejo donde reflejarse.

La planta noble del Bernabéu siempre ha considerado que lo más caro en el fútbol es el gol. Por esa razón Cristiano, Bale y Benzema tienen salarios más altos que Sergio. Es una regla no escrita del fútbol que los delanteros suelan llenarse más los bolsillos que los defensas, y por ahí Ramos tiene las de perder. El contrato que le ofrece el Real Madrid no le satisface: siete millones por año hasta 2020. Es jugoso, pero quiere más, y es lícito que sea así.

Por eso Sergio tendrá la última palabra. Desde Manchester se oyen cantos de sirena valorados en doce millones de euros netos anuales. Si es cierto, en su derecho estará de apretar al club para que le deje salir. Es innato al ser humano querer mejorar económicamente en el puesto de trabajo. Ya le ocurrió a Makelele, Ozil o Di María, y el Real Madrid continuó su historia. Ahora es Ramos quien debe decidir si elige el club de sus amores o se decanta por ser aún mucho más rico lo que rico que ya es.

Me encuentras en Twitter: Ruben_Canizares

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