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Blogs La volea de Zidane por

Millonarios por encima del bien y del mal

Ruben Cañizaresel

El perenne funeral de la humildad y la bonhomía que, lamentablemente, padecemos día tras día en la sociedad actual no es ajeno al fútbol. Sobre todo, al fútbol de élite y a muchos de sus principales actores. La impunidad con la que deambulan por la vida bastantes de las estrellas del ocio favorito de medio mundo es bochornosa. Caprichos y gamberradas a mansalva sin que nadie les detenga o que, al menos, le coja de las orejas y le diga que eso no se hace. Todo lo contrario. Protección absoluta. Y si es necesario, se intenta coaccionar, amedrentar o poner en ridículo al medio o al periodista en cuestión que denuncia la grosería. O se levantan muros de hormigón para que ni siquiera se les pueda pestañear. Ya está Piqué para saltárselos…

No hay que irse muy lejos. La rebelde e indignante celebración de Halloween de varias de las estrellas del Barça es un ejemplo más de gamberrada con banda sonora atestada de aplausos y vítores. Una travesura propia de niños de papá mimados y rebeldes, amparada y ensalzada por todos los estamentos del club. La posterior reacción de sus protagonistas, acusando a la prensa de elevar una anécdota a circo e, incluso, hasta de manipular las pruebas, y al presidente del equipo rival de disfrazarse de plañidera por una «gracieta» sin maldad, ejemplifica a la perfección la burbuja en la que viven muchos de estos millonarios con barra libre las 24 horas del día y alergia a los libros.

Conducir un Ferrari con 20 años y poseer una cuenta corriente que te provoca mareos de todos los ceros  que contiene no te da derecho a estar por encima del bien y del mal. Llámese Piqué, Alves o Benzema, por poner tres ejemplos de asiduos a los escándalos. En el caso del delantero galo del Real Madrid, el último de sus líos ha tocado cima. La Justicia francesa será la encargada de exculparle o no, y hasta entonces debemos respetar su presunción de inocencia, pero su imagen, la del Real Madrid y la de la selección francesa salen muy tocadas.

36 horas en comisaría, noche en el calabozo, capucha en la cabeza entrando y saliendo de los Juzgados de Versalles e imputación por un delito de chantaje y asociación de malhechores, penado con entre cinco y siete años de cárcel. Quizás Benzema estaba en el sitio equivocado, a una hora inadecuada y en el día menos oportuno. Y seguramente no tendrá la culpa de nada, pero el problema de Karim es que está muchas veces en esa tesitura y nunca aprende la lección ni hay nadie que se atreva a intentar enseñársela. Turismos de alta gama estrellados en Ibiza o en Isla Reunión, multas de velocidad una detrás de otra, conducción sin carnet, juergas con prostitutas menores de edad y, ahora, una petición de cárcel por una supuesta implicación en un chantaje sexual a un compañero de selección. Y lo más grave es que todos sabemos, como ocurre con Piqué o Alves y con muchos otros, que ni escarmentará ni nadie le hará escarmentar. No pasará mucho tiempo hasta que su nombre vuelva a ser portada con mayúsculas, y no precisamente por sus goles en el Real Madrid o en Francia, que son los que le hacen ganar todos esos millones que le sitúan en ese púlpito de exención infinita.

benzemaReal Madrid

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