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El Madrid «resucita» al Barcelona

Ruben Cañizaresel

Pasó el clásico y contradijo al dicho: tras la tormenta (no) siempre llega la calma. No sólo perdió el Madrid una oportunidad de oro para matar medio campeonato «eliminando» a uno de sus dos rivales sino que, además, los pesos pesados de la plantilla dieron el «cante» tras el clásico poniendo a caer de un burro al trencilla navarro. Mala táctica esa y, sobre todo, injusta y de mal perdedor. Undiano Mallenco cometió errores y su actuación tiene para mucha conversación. Para ponerle en el centro de la diana, jamás. Porque para fallos, y bien gordos, los de los jugadores blancos y el de su propio entrenador. El victimismo y los lloros, a día de hoy, y hasta que se demuestre lo contrario, no ganan Ligas ni Champions. Un buen equipo, fiel a su estilo, valiente y ambicioso el dia D a la hora H, sí. Y eso, ayer, el Madrid no lo fue. Una vez más.

El equipo de Ancelotti no ha estado a la altura de las circunstancias en los cuatro partidos más exigentes de esta Liga. Su doble enfrentamiento contra Barcelona y Atlético de Madrid se salda con un punto de doce posibles: dos derrotas ante los azulgranas (2-1 y 3-4) y un empate y otro K.O. frente a los colchoneros (0-1 y 2-2). Y la sensación es que, excepto en el triunfo del Atlético en el Santiago Bernabéu, el Real Madrid llevaba bien preparado el examen pero a la hora de la verdad no supo ni aprobarlo. Un equipo que quiere ganar la Liga no puede ni debe dejarse remontar, jugando en su casa y contra una defensa de alevines, por uno de los otros dos candidatos como sucedió anoche en el clásico. Con 2-1 y con 3-2, los blancos especularon con el resultado, bajaron la intensidad y la presión, le cedieron el balón al Barça y se pusieron a defender con la mirada a esos locos bajitos que son capaces de hacer un rondo sobre el punto de penalti con los ojos vendados.

De los once titulares del Madrid, sólo dos estuvieron a la altura de un clásico: Di María y Benzema. El resto, con especial hincapié, precisamente, en Sergio Ramos y Cristiano, no hubo noticias. Y del partido de Xabi Alonso, mejor pasar un tupido velo. Lento, sin ideas y cometiendo un inocente e innecesario penalti cuando, a pesar de jugar con uno menos, el partido moría y el Barça y sus opciones en la Liga, también. Pero resulta que el malo fue Undiano.

Y no me olvido del señor Ancelotti. El italiano estuvo a la altura del club y de la institución tras el partido: ni un pero al colegiado. Un señor, como siempre. En eso, no hay color con la pantomima de Cristiano y Ramos en la zona mixta. Eso sí, cuando de verdad tuvo que dar el callo, durante los noventa minutos, no se ganó el sueldo. Perdió la batalla del centro del campo, se equivocó quitando a Benzema cuando fue expulsado Sergio y esperó a recibir el lapidario cuarto tanto para quitarle las telarañas al chandal de Isco.

Sí, aún tienen tiempo. De lograr la Liga, la Copa y la Champions. Hay batallas que no se pierden, simplemente terminan y la «guerra» continúa. Pero el Madrid ha resucitado a un enemigo que ya tenía arrodillado y (casi) rendido. Que le sirva de lección para las quince finales que le quedan hasta el final de temporada y que se olvide de conspiraciones absurdas e irreales cuyo desgaste no suma nada y puede costar otra temporada en blanco.

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