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Tocapelotas

Tocapelotas
Vaya hombre...
Federico Ysart el

Hay personas que disfrutan haciéndose notar, es más: que parecen vivir para recordar al mundo entero que están ahí, presentes, brillantes, inalcanzables. Y se mueven sagaces como linces cuando sienten que su estrella comienza a perder el brillo que alguna vez alcanzó. Derrotan a izquierda o derecha sin parar en mientes, con su olfato como brújula para llegar a nadie sabe dónde.

Son los llamados tocapelotas. Pisan, empujan, molestan en fin a sus prójimos como si el mundo les hubiese quedado estrecho. Un subgénero dentro de la especie política con que venimos cargando con tan poco fruto. Ahí tienen a ese tal Rufián, prototipo de zorrocloco, una de las de las últimas acepciones recogidas en el DRAE pare definir al hombre que parece bobo pero que no se descuida en su utilidad y provecho.

¿De dónde puede sacar provecho el rufián?, pues de un gobierno ayuno de fuerzas propias que lo necesita como a lazarillo un ciego. Sin duda, Mi Persona lo tendrá como el primer tocapelotas del reino. Hoy le apoya, mañana le insulta, luego le aprueba su salvavidas para la legislatura, pero a la vuelta de la esquina amenaza con pinchárselo con una enmienda para sacarle pasta, más pasta, todo por la pasta.

Dentro de otros especímenes de tocapelotas destaca una diputada popular de fina estampa, empecinada en discutir en la plaza pública lo que le correspondería hacer dentro de su comunidad. Levanta polémicas que cursa con declaraciones a los medios, libros y hasta cartas internas, siempre con el aroma de un “os vais a enterar”, a medio camino entre el infantilismo y el quintacolumnismo. Quién sabe.

Seguramente todo empezó por el error de haber admitido su nombramiento como portavoz en el Congreso; error compartido, eso sí, con quienes se lo propusieron ¿acaso no conocían el percal? Resulta difícil de entender cómo encomendar la representación de todo un grupo a quien no reconoce otro predicamento que su propio criterio El caso es que desde que fue relevada de tal función está dónde y cómo está.

En fin… la Real Academia define la figura como persona impertinente, fastidiosa, pesada.

Hay más, pero algunos caen como moscas. ¿Se acuerdan de un tal Iglesias?

Política

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