
La noticia, notición del dÃa, es la visita de Maduro al Papa Francisco. La diplomacia vaticana tiene acreditadas horas de vuelo suficientes, siglos mejor, como para ser respetada sobre cualquier otra. Por muy argentino que sea el actual sucesor de Pedro, que lo es, no parece que la audiencia haya sido improvisada.
Francisco encargó a un colaborador de tanta confianza como para haberle nombrado su embajador en Argentina, el nuncio monseñor Tscherrig, la intermediación en Caracas, y allà ha anunciado sus conversaciones con la oposición y bolivarianos en el momento en que el déspota entraba en el Vaticano.
Que el deshielo abierto, con sesión conjunta programada para el domingo próximo, acabe con la tiranÃa no está escrito y en cualquier caso no será cuestión de meses. Pero tampoco de los cinco años que duró la caÃda de la Unión Soviética, desde la perestroika hasta la disolución en diciembre de 1991.
Lo significativo del caso venezolano es que marca el principio del final. El bloqueo se ha roto, como en Madrid el que impedÃa la formación de Gobierno según hoy anuncian a varias columnas diarios de todo el mundo, desde el Osservatore Romano hasta el New York Times, pasando por el Mercurio chileno o el Universal de la propia Venezuela.
Aquà la causa del bloqueo fue la insensatez del último SG socialista empeñado en disfrazar sus errores a través del asalto a la presidencia del Gobierno. Perdió un primer intento en el Congreso de los Diputados, y el segundo en la Permanente de su propio partido, espantado ante la noticia de un pacto en ciernes con lo peor de la polÃtica nacional, podemitas, proetarras, separatistas catalanes, etc.
En poco menos de un mes la Gestora socialista que preside Javier Fernández ha deshecho el nudo que tenÃa maniatadas a las instituciones nacionales, y el domingo dÃa 30 Rajoy será aquà presidente mientras en Isla Margarita chavistas y la sociedad civil venezolana comenzarán lo que podrÃa pacificar el paÃs, normalizar sus instituciones y echar el cierre al chavismo bolivariano.
Adiós Podemos, adiós.
PolÃtica