El lunes 8 de agosto, 1911, pasará a la crónica de nuestro tiempo como el día en que se hicieron manifiestas las debilidades de nuestro país, más allá de las económicas ya suficientemente traídas y llevadas. La prueba es tan sencilla como que el Banco Central Europeo comience a comprar papel italiano dejando el nuestro al albur de la histeria que va a regir lo mercados.
El fin de semana ha estado marcado por el cachete propinado por S&P a EE.UU y sus temidas consecuencias en el resto del mundo. Decenas de reuniones y teleconferencias entre dirigentes de medio mundo han tratado de amortiguar la debacle prevista. Al cerrar el único mercado de valores operativo el domingo, la Boursa, los judíos dieron el primer aviso; en su apertura caía el 6,8%.
La vicepresidenta española se ha sumado al activismo enviando a la agencia de noticias oficial EFE unas manifestaciones urgiendo al BCE que haga su tarea y ayude a la estabilidad de los mercados de deuda. Y de paso recuerda a dichos mercados que no ha parado de conversar con el presidente Zapatero, “hasta siete u ocho veces diarias”, por lo que ha tenido que suspender sus vacaciones.
Por si tal razonamiento no resultara suficiente para que Trichet se vuelque de una vez en ayuda de la deuda soberana española, la Sra. Salgado añade que el Gobierno va a dedicar esfuerzos a que las grades empresas aceleren el pago de impuestos a cuenta. Objetivo: reducir el déficit… que naturalmente volverá a aumentar cuando por el adelanto hecho ahora, el año próximo no haya demasiado que ingresar. La misma finalidad, por cierto, podría tener el retraso en la devolución correspondiente a las declaraciones negativas del IRPF hechas hace ya dos meses. Claro que otros serán los que tengan que arrear con el año que viene…
Así se defienden los intereses de los españoles.