Pobre candidato, se le escapó. Después de diversas falacias -la peor arma que cabe usar en un debate entre caballeros-, a Pérez Rubalcaba se le escapó un “Ahora es usted el que miente”; calló como si cayera, miró al cielo, tragó saliva y apenas logró reponerse hasta el final del debate.
No ha sido un debate entre iguales; uno llevaba un argumento, Rajoy, y el opositor, contraargumentos, pedía claridades sobre incertidumbres que él mismo creaba y que Rajoy tachaba de insidias. Pérez Rubalcaba examinó el programa popular pero no habló del suyo más que en dos ocasiones, y una de ellas fue para reiterar su gran hallazgo fiscal para financiar la sanidad: una subida del 10% en los impuestos que gravan el tabaco y el alcohol; eso sí, exceptuando el vino y la cerveza. Lo que hace un mes fue tomado como una ocurrencia más de precampaña resulta que iba en serio.
Rajoy tenía el gran argumento, y no se salió de él. El problema es el empleo, todo lo demás, las políticas sociales, el desarrollo, el estado de bienestar, hasta la política exterior son una función del empleo. Y reiteró hasta la saciedad el círculo virtuoso de su oferta política: los puestos de trabajo generan ingresos, parte de los ingresos va al Estado a través de los impuestos como el IRPF o el IVA, y otra gran parte al consumo y a la inversión, el consumo y la inversión generan beneficios en las empresas, que una parte dedicarán a crear más empleo para satisfacer el aumento de demanda y otra al Estado, vía impuesto de sociedades. Y para engrasar el círculo, la reforma laboral y fomento de las pymes.
Es cuestión de sentido común, decía una y otra vez Rajoy añadiendo que no era un experto en economía. Por eso debió de entenderlo toda España. Era demasiado obvia la concatenación de causas y efectos.
Y mientras tanto, el candidato queriendo saber si iba a flexibilizar las relaciones laborales. La respuesta fue contundente: pues claro, porque no es lo mismo una pequeña empresa en Pontevedra que en Constantina o Madrid. Todo de cajón. Y así tres o cuatro cuestiones más sobre las que tuvo siempre la misma respuesta: el empleo… Salvo en el caso de ese gran problema nacional que hace sufrir a tantos millones en la España de hoy: el matrimonio entre personas del mismo sexo. Con él quiso Pérez Rubalcaba cerrar el debate: ¿por qué no habla de ello en su programa, dado que en su día plantearon un recurso al Constitucional? La respuesta fue rotunda: porque no me preocupa nada.
Por encima del cristal con que se mire, incluso sin cristal, el debate fue la última ocasión perdida por el hombre que Felipe González impuso al frente de la candidatura socialista. Eso sí, se prometieron mutua colaboración cuando Rajoy esté en el Gobierno y Pérez Rubalcaba, en la oposición. Por ejemplo.
PolÃtica