Falta un proyecto de país para España. ¿Qué queremos ser en los próximos cincuenta años? ¿Qué esfuerzos hacer? ¿Qué dirección tomar? ¿Qué horizonte perseguir? La relación de dudas que asaltan cuando uno trata de hacer prospección es interminable. Todos estamos obligados a reflexionar sobre ello, pero aún más los políticos que aspiran a gobernarnos. No les ampara mayor legitimidad que la confianza que nosotros les depositemos. Por tanto, si pretenden decidir sobre nuestra educación, nuestra salud, nuestra justicia, nuestra economía… en definitiva, sobre ‘nuestro’ futuro –el suyo y el mío--, deberán aclararnos qué plan tienen para todos los ciudadanos, no sólo para los que simpatizan con ellos. En eso consiste también la democracia. Lo malo es que no parecen tener ese programa de país. Deberían contarnos cómo será España cuando pasado mañana no alcance el relevo generacional, cuando las nuevas tecnologías transformen los sectores productivos y el cambio climático mude nuestras costumbres cotidianas, cuando la inmigración nos desborde… Tantos y tantos desafíos que el futuro nos plantea.