Autor: Elena Cué
Neo Rauch – Courtesy David Zwirner, New York/London. Photo: Uwe Walter.
Todo lo que subyace a nuestro pensamiento domina con ademanes silenciosos nuestra existencia. Penetrar en lo mas profundo, en lo oscuro, es una tarea dificil, pero, si estamos atentos a los signos que producimos, podrÃamos descifrar y conocer un poco más lo que nos conforma. La obra del artista Neo Rauch (Leipzig, Alemania, 1960), de imaginerÃa onÃrica, está cargada de simbologÃa: escenas que se solapan aparentemente inconexas entre sÃ, perspectivas enfrentadas, diversidad de técnicas pictóricas y temáticas…
Neo Rauch nació apenas un año antes de que se levantara el Muro de BerlÃn que dividirÃa su Alemania natal y le confinarÃa en la República Democrática Alemana (RDA) condicionando su juventud hasta la caÃda del Muro en 1989. Su educación se gestó en la pintura moderna alemana en la tradición de la Escuela de Leipzig de Arno Rink y Bernhard Heisig. Con una amalgama de influencias construye un arte figurativo, de orientación abstracto-surrealista con vestigios del realismo socialista. Su obra forma parte de las colecciones de los más importantes museos del mundo.
Mientras observaba sus obras más recientes en la galerÃa David Zwirner de Londres, me percaté de la presencia del pintor y con determinación le solicité una entrevista a la que con pocas palabras y mirada profunda accedió.
E.C.: ¿Quienes fueron sus referentes en la Escuela de Leipzig y que influencia ejerció el realismo socialista en su pintura?
Neo Rauch: Cuando yo terminé mis estudios, los santos intocables del Instituto en Leipzig eran Max Beckmann, Lovis Corinth, Karl Hofer, Salvador Dalà y Otto Dix. Esto significa que, en relación a los parámetros de la pintura figurativa, la formación que recibimos se mantuvo muy alejada de preparativos y dispositivos ideológicos. En otras palabras: en los años ochenta, el realismo socialista hacÃa mucho tiempo que habÃa dejado de ser un concepto unificante. Ya la generación de nuestros maestros se habÃa desvinculado con éxito de este paradigma. Más bien lo que estaba en juego era un marcado individualismo, con una crÃtica más o menos oculta a las circunstancias sociales de la época.
ZUSTROM. Gallery Eigen+Art, Berlin/Leipzig and David Zwirner Gallery, New York/London. Photo: Uwe Walter, Berlin. VG Bildkunst
E.C.: ¿Cómo afectaron a su obra los sucesos sociopolÃticos que se produjeron a raiz de la caida del Muro de BerlÃn de 1989, y la apertura al mundo capitalista? ¿Cuáles fueron los cambios más significativos en su vida?
Neo Rauch: Ya entonces habÃa logrado afianzar una situación ampliamente hermética alrededor de mi producción artÃstica, esto es, que los acontecimientos polÃticos más actuales sólo pudieran infiltrarse en mi obra –si es que lo hacÃan en absoluto– a través de dosificaciones homeopáticas. A la pregunta de cómo habÃa vivido la entrada del Ejército Rojo en 1945, Werner Tübke respondió en una ocasión: “Yo estaba sentado en mi jardÃn pintando alhelÃesË®. Yo entonces estaba tan ocupado en encontrarme a mà mismo en mis producciones que, como mucho, la conmoción fundamental de la situación polÃtica y social se debió percibir en mi obra como un ligerÃsimo temblor. El cambio más significativo en mi vida fue el nacimiento de mi hijo en 1990. Con ello franqueé la puerta hacia una responsabilidad mayor, asà como hacia la promesa de poder acoger de nuevo el juego del niño.
E.C.: Y el sueño de cualquier niño son los comics. En sus cuadros desconcierta más, si todavÃa es posible, en esa mezcla de estilos la aparición de estas referencias al comic. ¿Por qué introduce estos sÃmbolos pop?
Neo Rauch: La estanterÃa con los cómics se le ofrece al pintor figurativo como un depósito de materias primas de una especie muy particular. Los elementos allà almacenados se dejan integrar como elemento vivificante en las distintas sucesiones de la “evolución de la imagen clásicaË®. Es un material no desgastado, inocente, que sobre todo interpela y mantiene despierto al niño dentro del pintor.
E.C.: Y una fuente inacabable de materias primas es también el inconsciente, que está muy presente en sus composiciones. El espacio y el tiempo pierden sus propiedades, creando una percepción irreal, onÃrica…
Neo Rauch: Lo inconsciente es un flujo inagotable de imágenes que parecen esperar únicamente a que se manifiesten en mis lienzos. Es una región donde las cosas todavÃa deambulan mezcladas y sin intenciones, ofreciéndose al pintor como un material dispuesto a ser configurado por la voluntad.
VERSENKUNG. Gallery Eigen+Art, Berlin/Leipzig and David Zwirner Gallery, New York/London. Photo: Uwe Walter, Berlin
E.C.: ¿SerÃa entonces la pintura un modo de poner orden en su pensamiento? ¿Siente una gran necesidad de comunicarse?
Neo Rauch: Cuando pinto, no pienso, sino que me dejo llevar completamente por mis sentimientos y las exigencias del cuadro. Para mà esto significa que se trata de dar un orden, pero no un orden en el espacio mental, sino en el del inconsciente. Como pintor, intento sistematizar lo irracional, y hacerlo cuadro tras cuadro. Este es un proceso que difÃcilmente resulta conciliable con la comunicación en su sentido más corriente.
E.C.: De ello el desorden en sus escenas y aparente gusto por el caos, ¿Entiende el mundo en el que vive?
Neo Rauch: En mis momentos más oscuros tengo la sensación de que lo entiendo. Esto significa que sus mecanismos de actuación salen a la luz de una manera abierta y obscena. Gracias a Dios existen también momentos de claridad, en los cuales las cosas bailan alrededor mÃo, ligeras y aparentemente inconexas, despertando en mà un ánimo fundamentalmente poético.
E.C.: Lo absurdo, la falta de sentido, la mezcla de sensaciones como el miedo, la búsqueda de seguridad, melancolÃa, soledad… Como dijo Calderón de la Barca, “la vida es sueño y los sueños, sueños son”
Neo Rauch: Sueño, luego existo; o en palabras de Hölderlin: “Cuando pensamos somos mendigos; cuando soñamos, reyesˮ.
DER STÖRFALL. Gallery Eigen+Art, Berlin/Leipzig and David Zwirner Gallery, New York/London. Photo: Uwe Walter, Berlin
E.C.: En algunos de sus cuadros hay una clara presencia de maestros históricos. ¿Puede hablarme de sus referencias artÃsticas más importantes?
Neo Rauch: Mis influencias artÃsticas más importantes fueron desde 1989, con ocasión de mis primeros viajes a Italia, los frescos de Giotto en AsÃs, que sentà como una especie de llamada al orden, alguien que debÃa guiarme lejos de la confusión de los pintarrajos semiabstractos. Antes de él habÃa sido Francis Bacon, un guÃa esencial hacia la soberanÃa pictórica y el espÃritu emprendedor en términos de creatividad más allá de toda contención académica. Por último, habrÃa que mencionar también a Piero della Francesca, Tintoretto, Velázquez y Balthus.
E.C.: Encuentro en muchos de sus cuadros, simbologÃa del Antiguo y Nuevo Testamento. ¿Qué importancia le da a la religión?
Neo Rauch: He aquà la pregunta decisiva. ¿Cómo lo veo? Pues bien, los sÃmbolos que se encuentran en mis cuadros los extraigo más bien probablemente del subconsciente colectivo, o si se prefiere, del akashá, es decir, aquella corriente etérea que nos une entre nosotros, transportando consigo las imágenes eternas. Ambas cosas incluyen naturalmente el material pictórico de las fuentes arriba aludidas, aun cuando yo no las aborde de una manera consciente. A fin de cuentas, yo me defino como un ateo con ocasionales arrebatos panteistas. Para mà lo que vale como pintor es el irracionalismo en cuanto lugar de depósito de materiales inspiradores. Como contemporáneo, sin embargo, y a la vista de los sucesos irracionales de tipo religioso, me empeño en buscar mi salvación más bien en los ideales de la Ilustración.
TIEF IM HOLZ. Gallery Eigen+Art, Berlin/Leipzig and David Zwirner Gallery, New York/London. Photo: Uwe Walter, Berlin
– Entrevista a Neo Rauch – – Página principal: Alejandra de Argos –
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