Federico Ysart el 17 ene, 2014 El gran Virrey de Nápoles El gestor de los intereses de la izquierda republicana sigue echando los dados por ver si termina el juego de la oca con el que tiene entretenido a sus feligreses. Paso a paso, sigue haciendo bobadas con el objeto de situar al Estado –del que él es una distinguida autoridad- frente a la mayoría de la cámara que la Generalitat ha convertido en un inmenso tablero de juego con un premio especial: llegar a la secesión de “la España que nos roba”. Los dados aún no le han dado una alegría; ni un solo avance apreciable, se le resisten esos saltos “de oca a oca y tiro porque me toca” o “de puente en puente porque me lleva la corriente”. Desde fuera poca atención en los medios; ayer sólo el Scotsman y un periódico de Ciudad del Cabo. Y menor aún en los políticos; no responden a sus misivas, y cuando hablan es para mandarle a paseo. Y por dentro ayer no le votó, se le fue, una parte sustancial del independentismo, los del CUP. Y es que hasta los antisistema parecen tener más luces que el convergente: no pidamos no le que no nos van a dar, le dijeron. Eso sí, esta última jugada ha producido una quiebra en el partido de Rubalcaba, lo cual no tiene excesivo mérito después de haber pasado tantos años iluminados por aquel secretario general llamado Rodríguez Zapatero. -¿Llegará el día en que nos veamos libres de la herencia que nos legó aquel singular presidente de la Nación y hoy Consejero de Estado?-. Ese aparente triunfo de los soberanistas que aplaudieron como figurantes televisivos la ruptura socialista no favorece sus intereses; el PSOE se verá forzado a demostrar ante todo el país que las chaladuras tienen un límite. De momento el pobre Rubalcaba anda diciendo que nada de esto va en serio; que le propio Mas le dijo que el referéndum no se convocaría… ; una de las razones por las que no estaba dispuesto a venir a explicarse personalmente al Congreso de los Diputados; la otra es que no le apetece salir trasquilado, “lo de Ibarreche otra vez, no”. Y así sigue echando los dados sin recibir una alegría. Demasiadas casillas con peligro tiene por delante: el pozo, la posada, la cárcel, hasta la que te saca del juego… Esto de la oca tiene su historia; nada menos que cuatro siglos y medio lleva jugándose en nuestra tierra. El primer tablero se lo regaló al rey Felipe II el segundo Gran Duque de Toscana, Francisco I de Médici, hijo de doña Leonor Álvarez de Toledo y nieto por tanto del virrey de Nápoles Pedro Álvarez de Toledo. Excepcional personaje éste Toledo, por cierto; nada menos que veintiún años al frente del virreinato que transformó, urbanizándolo y limpiándolo de pestes y bandidaje. Capitán General del emperador Carlos V y gran mecenas de las artes. Un castellano de Alba de Tormes, casado en Ponferrada y fallecido en Florencia, que gobernó una de las joyas del antiguo reino de Aragón sin que nadie alegara nada. Nadie. Política Tags juego de la ocamaspedro toledo virrey Comentarios Federico Ysart el 17 ene, 2014