El Consejo de la Guardia Civil no puede desestimar ni desaprovechar el alto compromiso vocacional de servicio de guardiaciviles que no desean dejar de serlo por discapacidades físicas sobrevenidas. El Instituto Armado no puede mirar para otro lado, empañaría su histórica ejemplaridad, y sí debería encontrar nuevas ocupaciones para esos leales agentes que demuestran mucha más integridad que otros ciudadanos sin ninguna discapacidad física.