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Blogs Corazonadas por Beatriz Cortázar

La novia de Giambattista Valli, Naty de Valentino y ellos de chaqué (a la fuerza)

Beatriz Cortázar el

Ni una foto de cortesía, ni siquiera un saludo en la lejanía o con un cambio de ropa. Nada de nada. Los actuales duques de Feria serán recordados ya por su afán de lucro en su boda religiosa y por la manera en la que han salvado la millonaria exclusiva que veremos en Hola. Se entiende que estén obligados a comparecer en la revista donde trabaja Naty Abascal. Es hasta lógico que cada cual elija la cabecera donde quiere lucir y mostrar su felicidad. Pero los duques de Feria son como Jesulín y la Campanario: todo por la pasta. Luego vendrá el momento de promocionar las firmas que llevan, los consabidos photocall, las amistades de mamá… y entonces posarán y reirán como si nada. Están en su derecho pero también nosotros de criticar cómo nobleza no obliga en según qué casos. Allá cada cual.
Como es normal entre los 700 invitados al festejo y ceremonia celebrados en el Hospital de Tavera (Toledo) perteneciente a la Fundación Casa de Medinaceli, se encontraban amigos y familiares. Vista la lista de asistentes se puede decir que más que una boda aristocrática fue un enlace de “showroom”, con estilistas, diseñadores, vendedores y modelos. A fin de cuentas es el mundo donde se mueven los novios y donde mejor se arregla la mismísima Naty que llegó con mantilla blanca y modelazo verde de Valentino quien hizo una excepción diseñando este vestido después de anunciar su retirada. Al final la novia eligió al diseñador italiano Giambattista Valli (antes diseñador para la firma Ungaro y desde 2003 con su propia línea) para que firmara su vestido nupcial con un cuerpo en gasa drapeada y una falda muy armada con brocado. En la cabeza lució una diadema que podría ser de los Medinaceli aunque algunos apuntaban a que pertenecía a la familia de la madre de la novia. Justamente la suegra del duque de Feria ha tenido muchísimo que ver en la organización del convite dado que el cáterin lo sirvió el palacio de Negralejo, en cuya empresa ella trabaja. En Negralejo celebró también Belén Esteban su boda con Fran Álvarez y dicen las lenguas afiladas que los novios prefieren que no se hable mucho de esa comparación. Por cierto, los padres de Laura están divorciados y ellos también han invitado a sus amistades como es el caso de Carmen Posadas que acudió por parte del padre de la novia.
Entre las más elegantes encontré a Cari Lapique con un vestido de Oscar de la Renta, joyas de Suárez y tocado de Michel Meyer. Meyer firmó también el tocado de su hija Carla con diseño de Blumarine y el de Patricia, la sobrina de Naty, así como el de Maribel Yébenes y muchas otras invitadas de Bilbao. Lo más laborioso fue las coronas bordadas a mano de Meyer que llevaron los niños que acompañaron a la novia ante el altar.
Guapa y elegante apareció Paloma Cuevas con una pamela que fue espectacular gracias a la enorme flor que la adornaba. De rojo y atrevida llegó Cayetana de Alba del brazo de Alfonso Díez y con un bolsito azul de terciopelo de la firma Flamenco. Todas las señoras quisieron fotografiarse con el funcionario. Ninguno de los hijos de la duquesa acudió a la cita para evitar ese encuentro. Tampoco Isabel Preysler fue y eso que Rafael Medina le invitó de forma personal. A fin de cuentas la relación de Isabel y Naty es cordial pero en la distancia, vamos que cuanto más lejos mejor. Por eso no viene a cuento que el hijo la convide salvo para enriquecer las páginas de la revista donde saldrá la exclusiva. Finalmente “problemas de agenda” impidieron la presencia de la señora de Boyer. Quien sí acudió fue Carmen Martínez Bordiú, otra de las que se apuntó al rojo, al igual que la mujer de El Juli, Rosario Domecq, tan guapa como discreta. Justo lo opuesto de una llamativa Vicky Martín Berrocal con medio pecho al aire y en tonos nude. Nieves Álvarez llevó zapatos-joya de Patricia Rosales, Nuria March impresionante de Lorenzo Caprile y feliz con el lanzamiento en españa de la firma Coach y María José Suárez sin su novio austríaco que esta vez dejó en casa -“aún es pronto para presentarlo oficialmente en una boda”, me confesó- justo lo contrario de Amaia Salamanca quien lució un vestido ideal de Diane von Fürstenberg y posó al lado de Rosauro y Boris Izaguirre que con su sombrero de copa me recordó a los boys de Celia Gámez. Estirado como Naty pero sin mantilla encontré a un Valentino que parecía de la familia y rebelde a su manera a un Julio Ayesa que pasó de colocarse el chaqué, al igual que tampoco hizo algún que otro invitado. Para muchos estaba fuera de lugar pedir chaqué en una boda de día, costumbre que viene de Portugal, y que imagino lo habrán hecho para promocionar los que vende el novio en su firma Scalpers. Cualquier ocasión es buena para hacer negocio. Por cierto el menú consistió en crema de setas, solomillo y macaron de postre y en el apartado música no faltó el artista Juan Peña, uno de los favoritos de los novios. Los más animados tuvieron juerga hasta bien entrada la madrugada.

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