Pilar Quijada
Por tercer año consecutivo, el Orfeón Donostiarra organiza un concierto participativo en el Auditorio Nacional de Madrid junto a la Orquesta Filarmonía. Más de 400 voces se unirán a la agrupación vasca para cantar esta tarde “Vive Wagner”, en homenaje al compositor alemán en los 200 años de su nacimiento, con un recorrido por los coros de sus principales obras: El Holandés Errante, Parsifal, Los Maestros Cantores De Núremberg, Lohengrin, o Tannhäuser
Los conciertos participativos organizados por el Orfeón Donostiarra y la Orquesta y Coro Filarmonía se llevaron a cabo por primera vez en 2011 en el mismo escenario, con la Novena de Beethoven. En 2012 se repitió la experiencia con otro concierto, “Tutto Verdi”, que consiguió reunir más de 400 voces de coralistas de distintas agrupaciones corales sin contar con las del Orfeón, para interpretar fragmentos de óperas de Verdi.
Los coralistas que hoy cantan con el Orfeón Donostiarra “Vive Wagner” llevan ensayando desde pasado mes de julio, en el centro cultural Eduardo Úrculo, sede del coro anfitrión Filarmonía, dirigidos por Nuria Fernández, directora del Aula Coral de la Universidad Carlos III de Madrid, y de VokalArs, Programa Aula-Cantemus.
Desde el pasado día 7 Sainz Alfaro, director del Orfeón Donostiarra, se puso al frente del participativo para dirigir los cuatro últimos ensayos, antes del concierto que se celebra hoy a las 10,30 en el Auditorio Nacional de Música de Madrid.
Físico de formación y autodidacta en el terreno musical, Sainz Alfaro llegó a la música por afición. Al frente del Orfeón Donostiarra desde hace 26 años, está sometido a una actividad frenética. La mayor parte de su tiempo lo dedica “a preparar al Orfeón para que lo dirijan otros”. Esta agrupación amateur ha actuado bajo la batuta de los principales directores de orquesta, que repiten. A pesar de dirigir a una “marca” importante en el mundo de los coros, disfruta igual organizando un concierto participativo, como el celebrado recientemente en el Auditorio de Madrid, en el que 420 voces se sumaron a la agrupación vasca para cantar un repertorio de Verdi. Entre sus proyectos está el de crear un Orfeón en Madrid.
Sainz Alfaro, que asegura que “el oficio de director es mágico”, contestó así a las preguntas de ABC
-¿Cómo surgió la idea del participativo?
-Este concierto lo hacemos con la orquesta Filarmonía todas las temporadas. Pero como los coros participativos están de moda organizados por entidades bancarias, nos decimos también a lanzar la idea, por ver la fuerza del Orfeón en el mundo coral aficionado madrileño. La respuesta ha sido sensacional y ha desbordado nuestros cálculos iniciales. Plásticamente el participativo es otra dimensión. Son dos conciertos totalmente diferentes el del Orfeón sólo y el participativo, aún con el mismo programa. Aquí hay una variable importante, y es que se suman cuatrocientas almas más.
-Dirigir un concierto participativo debe ser complicado… Tanta gente, de coros diferentes…
Tiene su peligro, sin ninguna duda, pero la ilusión que ponen los coralistas y la atmósfera que se crea es impresionante. Y además vienen muchos de sus familiares a oírles. Se agotan las entradas. Hay mucha llamada. Están trabajando muy duro durante mucho tiempo. Hay que tener en cuenta que el Orfeón es una marca importante en el mundo de los coros, y la ilusión que tienen por cantar con él es muy grande. Hasta tal punto que al mes de lanzar la convocatoria de este año se tuvo que cerrar la lista de participantes. Este año pasan los 420.
-¿Cuál es el secreto para que un coro amateur como es el Orfeón Donostiarra llegue tan lejos?
-Si hubiera un secreto, ya me lo habían comprado. El Orfeón nace en 1897, y está constantemente en evolución. A diferencia de los grupos profesionales, aquí las voces se renuevan constantemente. Es como una barrica de buen coñac, que a la vez que vas sacando el antiguo metes el nuevo para que se impregne. Es mucha tradición, muchos años y mucho trabajo. El Orfeón tiene una disciplina y una capacidad de resolver dinámicas muy importante y envidiada. Siendo muchos, parece que canta uno solo. No todos los coros pueden hacer eso. También cuidamos la cantera: tenemos coros en los colegios para formar a mucha gente, porque se pierden muchas voces por el camino. Estaremos unos 500 alrededor del Orfeón, entre coros escolares, Orfeón Txiki y Grande.
-Hay muchas voces jóvenes…
-La edad media de las mujeres es muy baja, 24 ó 25 años. No es algo preparado. Es difícil buscar niños en los coros, son todo niñas. Optamos por separarlos entre los 8 y 12 años, para mantener a los niños. Y ahora estamos recogiendo el fruto: tenemos chavales de 16-18 años que cantan fantásticamente. Entre los hombres, el rango de edades va desde los 84 a los 16. Si no nos procuramos la cantera esto se destruye, porque es muy complicado mantener a gente que viene gratis a ensayar y a trabajar.
-¿Cómo conseguís que dediquen a cantar la mayor parte de su tiempo libre?
-Los cogemos desde pequeños y vienen en grupos. Es una maravilla para ellos pasar fines de semana fuera, salir de la rutina de su ciudad, y viajar a Madrid o París. Llevarles a un hotel y darles dietas para comer es una independencia que agradecen mucho. Se encuentran en un ambiente muy sano y muy bueno. Aunque también hacen sus trastadas.
-¿Qué destacaría de la dirección coral?
-Lo que más me llama más la atención dentro de la música es la técnica de dirección. Cómo con un dedo se puede mover una máquina enorme, infinita. Y cómo con una pequeña variación puedes multiplicar un resultado. Siempre me ha gustado mucho observar a todos los directores con los que cantamos. Cada año tenemos entre 10-15 distintos. Lo que más hago es preparar el coro para otros directores. Me gusta observar qué movimiento ha hecho el director y la respuesta del coro. Y acorde con eso me gusta investigar para mí mismo. Y me he dado cuenta de la fuerza que tiene un movimiento… El oficio de dirección es bastante mágico. Cada momento es único. Aun con la misma orquesta y coro, si cambia el director el resultado es distinto.
–Muchas de las grandes batutas que han dirigido al Orfeón repiten…
-Tenemos esa actividad tan interesante porque los directores nos eligen. En su lugar de origen tienen otros coros muy buenos. Llevarnos a nosotros requiere un sacrificio económico y en ese aspecto estamos de suerte. Que la Filarmónica nos lleve a Berlín para actuar con Claudio Abbado, o con Daniel Barenboim es muy importante. Que el festival de Salzsburgo haya contado con nosotros durante 20 días, haciendo 5 representaciones de Ópera en la meca de la música, también. Tenemos la suerte de ser dirigidos por las grandes batutas del mundo, lo que da la idea de la buena salud del coro.
-Es usted físico de formación, ¿qué hace un físico dirigiendo un coro?
-Estudié Físicas porque había que estudiar. Me interesaba el coro del colegio en el que estaba y no quería irme fuera. Además estaba cantando en el Orfeón. No hice estudios musicales. Soy autodidacta. Con 30 años, me obligó el anterior director del Orfeón a ir al Conservatorio. Yo ya sabía solfeo pero tuve que examinarme de los 5 cursos a la vez. Me viene esto por afición, no por estudios. Estuve cuatro años trabajando como profesor. Luego el director me dijo que tenía que dejarlo, para ayudarle. Y me dediqué sólo a la música.