Qué cabe esperar de un Gobierno cuando su mandamás presume de que pasará a la historia por haber desenterrado a Franco…
Pues como si en este país no hubiera más cosas de las que ocuparse, la sección femenina del gobierno sanchista husmea en la publicidad dicta órdenes y censura a unos bodegueros leoneses, bercianos para más detalle, acusándoles de maltrato al género. Y no les mete una multa porque lo harían tan mal que no podrían llegar a cobrarla.
Hacer el ridículo está al alcance de cualquiera, pero sólo unos pocos llegan a hacerlo con alevosía. La directora del Instituto de la Mujer, Antonia Morillas González por nombre y comunista de filiación, ha cursado una requisitoria -puestos a invadir el papel de los jueces, por qué privarse- conminando a la bodega en cuestión a retirar un cartel publicitario, y “a no reiterarlo en el futuro”. ¿Qué censura la funcionaria sanchista? Que la publicidad “presenta a una mujer de espaldas, con un biquini de corazones, destacando la parte baja de la espalda y los glúteos”.
No piense nadie que se trata de la fotografía de una modelo despampanante -¿se podrá usar aún tal calificativo?-, quía; la imagen es un simple dibujo de trazas poco menos que infantiles, incapaz de suscitar nada; pero nada de nada. Y además, se meten las feminazis en dictar a los industriales bodegueros qué ilustraciones pueden o no utilizar en su publicidad: “la actividad de la bodega no justifica la cosificación femenina que emana del anuncio presentando a la mujer como un objeto sexual”. ¿Sabrá esta tropa qué demonios es la cosificación?
Muy enfermas han de estar las censoras para imaginar que bajo tales trazos toscos subyace la llama de un erotismo explotador de la mujer.
El asunto deja en pañales aquellas cauciones que la TVE de los años sesenta ejercía sobre las imágenes de la folklórica de profundo canalillo por pechera. “Una pañoleta, por Dios, póngale una pañoleta…” exclamaba el regidor temeroso de verse cesante por el escándalo que sólo existía en la calenturienta cabeza de los señores de negro.
Hoy no van de negro, suelen parecer féminas y visten pantalones vaqueros, pero la cosa ha vuelto a florecer. Ahora de la mano de la llamada extrema izquierda, con piso puesto por el ministerio de la señora Montero bajo el rótulo de “Observatorio de la Imagen de las Mujeres”.
Hay que ver cuánto inventan para incrementar el contingente de paniaguados podemitas a cargo de nuestros bolsillos que expolia el gabinete sanchista, hoy feliz con el permiso para hacerlo un año más gracias a la compra de golpistas, terroristas, populistas y hasta de mi paisano Revilla.
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