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Blogs El blog de Federico Ysart por Federico Ysart

Hablar en serio, imposible

Las sectas no dialogan

Ríen los presidentes del Ejecutivo y Legislativo.
Federico Ysartel

Cuesta hablar en serio sobre lo que tenemos encima. En unos meses la superestructura política puede acabar de sofocar  la vida propia, autónoma, de nuestra sociedad. Ya pueden caer chuzos de putas, llevar tres años sin saber en qué se va nuestro dinero y ver como ríen ante nuestras narices Sánchez y Armengol, que el carro de la farsa sigue hacia nadie sabe dónde, pero sigue.

No resulta fácil imaginar de qué demonios podrían reírse, el pasado día de la Constitución, los presidentes de los poderes ejecutivo y legislativo, segunda y tercera autoridad de un Estado burlado por tales excelentísimas personas, ¡adónde hemos llegado!

No parece apropiado celebrar así la sumisión a los chantajes que han de satisfacer de consuno para conservar sus rangos constitucionales. Ni siquiera la ristra de marranos que, dentro de sus propias filas, acosan a compañeras cargándose el barniz feminista del tinglado. ¿Acaso celebraban sus exitosas carreras políticas? Tal vez no era más que una exhibición de puro teatro, fantasmagoría. O simplemente se choteaban de los ciudadanos hartos de tanta incapacidad y burla.

Cuánta razón encerraba aquel juicio de Bismark sobre la inutilidad de los españoles para hundir su propia patria.

En un acto para celebrar el nacimiento de nuestro Estado de derecho, el consenso de izquierdas, derechas, nacionalistas, curas y militares, de la Constitución que consiguió la concordia, quien por ahora preside el Gobierno no tuvo idea más luminosa que tachar de franquista al primer partido del país. ¿No sería ésa pareja más recomendable que la panoplia de delincuentes golpistas, terroristas y demás socios actuales?

Resulta un enigma lo que estén tramando los centenares de asesores, amanuenses, entrenadores, maquilladores y amigos que cualquier día no reconocerá como tales, para que el resto de sus palabras estuvieran dedicadas a un incidente en la gerencia de un hospital madrileño.

Como bien dice Rubén Amón, para Sánchez gobernar ya no es tanto administrar un país como manejar una devoción; más que adhesión el líder exige fe a los miembros de la secta en que ha convertido el sanchismo.

Y cuando siente que vienen mal dadas radicaliza los postulados de esa fe, cegando la existencia de alternativas. Esa pulsión numantina terminará con sus fieles como los celtíberos cercados por Escipión el Africano, suicidándose. Fue hace ya veintidós siglos, tiempo de más como para haber aprendido.

Hoy hablar en serio parece una ensoñación. Lástima.

Política

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