“Llevo toda la vida dando la cara por los hombres. Por mí ninguno lo ha hecho”. Estas palabras pronunciadas en boca de Ana Obregón justo después de entonar su “mea culpa” en público y no arrodillarse pero casi ante Cayetano Martínez de Irujo por haberle acusado de querer meter droga en la maleta del “padre de mi hijo”, son más que suficientes para saber cómo se sentía la actriz. El suyo fue un papelón de esos que ninguna quiere rodar ni aunque dirija Almodóvar. Obregón sacó lo mejor de sus dotes de actriz y pasó la prueba. Eso sí, estuvo únicamente acompañada por su abogado y el del jinete y por el maquillador que la retocó en una de las habitaciones del hotel Santo Mauro. “Me engañaron y manipularon. Yo lo hice por defender al padre de mi hijo”, repitió. Esa tarde, el “padre de su hijo” Alesandro Lequio no acudió a la cita. Al día siguiente explicó en el programa de Ana Rosa Quintana que así lo habían acordado él y Ana y prefirió no opinar sobre Cayetano. “No seguí la rueda de prensa estuve viendo una película muy buena de Woody Allen que recomiendo a todos”, dijo vía telefónica. Sin inmutarse. Recordó que muchos habían escuchado en su día una cinta en la que se hablaba de una maleta y que “el error de Ana fue poner nombre a su contenido”. Sin ganas de hablar más Lequio también da por cerrado esta truculenta historia que ha supuesto “el capítulo más negro en la vida de Cayetano Martínez de Irujo” según señaló su letrado Marcos García Montes.
(FOTO: Ana Obregón, ayer, en la rueda de prensa. / Autor: Ángel de Antonio)
Cosas de casa