Mientras no se explique convincentemente el sentido de los ajustes, éste será un año de huelgas sin piedad. Demasiados intereses empeñados en socavar los cimientos del país en crisis. Lo de Mas parece que no les basta a los jefes políticos de un sindicalismo subvencionado que, lejos de atender los intereses de su clientela, se encela en demostrar aquello de que “otros vendrán que bueno te harán”.
Este país no tendrá remedio mientras las huestes socialistas sigan tocando la flauta con la inteligencia del burro de la fábula de Iriarte. Dicen unos que se inhibirán ante cualquier propuesta separatista allí donde se produzca, y otros que depende; desde la UGT gritan otros que no hay laudos que valgan; y también los hay que, auxiliados por los cocos y otras variantes comunistas, se ciscan en los necesitados de atención médica saliendo a la calle en detrimento de sus obligaciones en los centros de salud. Y así perjudicaron a la sociedad haciendo huelgas insólitas cuando más necesario era el concurso de los medios públicos de transporte. En fin, con esta tropa hasta el mismísimo Churchill hubiera perdido la guerra mundial.
No es menos cierto que está por oír una explicación razonada y sincera sobre dónde está el Gobierno en esto de sacar a la nación de la crisis. Me refiero a la económica; la otra no necesita demasiados razonamientos para quienes no quieren atenderlos, y el resto, que es la mayoría, ya los conoce.
Pero dentro del debate para-científico sobre la superación de la crisis que viene enfrentando ajustes a crecimiento, el gobernante debe dejar de reiterar cuestiones ya tópicas para explicar qué han supuesto tantos recortes y ajustes. El común sólo tiene clara una respuesta: más parados, más pobreza. Y la tropa sindical y opositora se lanza en tromba contra la llamada reforma fiscal. Y la subida del IVA, o la supresión de la paga extra navideña, de los moscosos de los funcionarios, la parca revalorización de las pensiones o los recortes por doquier.
Mientras los ciudadanos no tengan conciencia de cómo va lo suyo, el camino se hará más difícil. Y frente a los empeñados en alentar el desaliento, el responsable de la marcha tiene la obligación de dar cuenta del estado de situación. Tiene que dar sentido a las escaseces y al drama del paro explicando el resultado de la devaluación interna que está dirigiendo, hoy la única posible para ajustarnos a la realidad. Eso es lo que significa la reducción las disponibilidades económicas, tanto por la vía de la congelación de salarios y rentas como por el incremento de impuestos o el cobro de tasas hasta ahora dispensado por la ensoñación de un estado de bienestar sin caducidad.
Los mayores de cuarenta años entenderán lo de la devaluación, no en balde el gobierno González tuvo que hacer dos tras los fastos del 92, hace ahora veinte años; es lo que tiene mear fuera del tiesto. Entonces jugamos con la peseta y los costes se notaron menos, pero hoy estamos en otra liga, y no somos dueños del euro.
Todo se puede explicar. ¿A qué esperan pues?
Política Federico Ysartel