DificilÃsimo de recuperar pero bastante fácil de perder. Hablamos de ese “je ne sais pas quoi” que tiene Paris y que contagia, ese brillo que da la ciudad urbana y luminosa por excelencia. Yo, confieso que perdà el mÃo (lo conté en el post anterior), a la media hora de llegar en mi último viaje, pero he de decir que al final logré recuperar aquel glamour perdido entre cubos de basura y como lo prometido es deuda, aquà os cuento cómo: tampoco fue tan complicado, ni tan caro… simplemente unos cuantos secretos del verano de la city y ¡sentido común claro!.
Tras el incidente bochornoso y para curarnos la depresión, el Lunes, decidimos lanzarnos al shopping rodeadas del mayor número de turistas multiculturales que os podáis imaginar: chinos, árabes, rusos o indios de la India,–los parisinos en esas fechas, huyen a Cerdeña, a la Provenza o al Chateaux de la Loire-, pero era oficialmente el último dÃa de rebajas y habÃa que aprovecharlo a toda costa. Agotadas tras haber visitado todos los Uniclós, Printemps y Bon Marchés  del centro del mundo occidental, terminamos en la terraza de Lafayette contemplando al atardecer, la torre Eiffel y las cúpulas de la catedral ortodoxa, que han crecido en su camino, con una copa de champagne y una tarta de limón, la mejor del mundo, pero… ahà no estaba mi glamour. Asà que nos arrastramos agotadas, pero contentas a casita a ver una peli con los pies en alto. Y, por cierto, las rebajas siguen todavÃa.
El martes, ya me puse seria y tras darme una vuelta profesional  por Merci, Colette, Hermes Maison, y otros antros de este tipo, me limité a ser yo misma, asà que me fui a estos dos sitios: ¿a que sabéis donde estoy? Por si no, os doy pistas: la primera es el salón de té en el jardÃn de un museo, a donde fui a ver a George Sand y la segunda el Palais Galliera donde fui a ver la Anatomia de una colección, una expo temporal, pero… tampoco allà encontré mi glamour.
El Miércoles, sin poderlo evitar, tuve que volver, como hago siempre, al Museo de Artes Decorativas para recorrerme Fashion Forward la expo temporal dedicada al mundo de la moda, que ya ha terminado, mas dos plantas de  Deco de rigor y su tienda (de donde siempre salgo con algo y con un pelin de complejo de culpa).
Y he de confesar que aquÃ, entre vasos de Duralex de Cuéntame, las ultimas gargantillas, joyas de diseño y jarrones de Tom Dixon, ahÃ, junto al Louvre, frente al jardÃn del Palais Royal y sus tiendas Vintage y a punto de entrar a tomarme un croissant en Angelina, ahà mismo, encontré mi glamour perdido. Lloré de alegrÃa, le abracé y prometà no volver a meter la pata nunca más.
Pero si de verdad quieres contemplar otro Paris, uno actual, deportivo y lúdico, con sentido del humor, del amor y del color, elijo La Villette y los canales sin duda, el mejor sitio para comprobar que esta ciudad sigue creciendo y evolucionando Asi que al dÃa siguiente nos acercamos a la playa de Paris en el Quai de la Loire, donde he podido ver este nuevo y joven Paris que me encanta, pues no le para nadie, ni con amenazas, ni con agua caliente, gente simpática y sonriente, en bicis, con niños, perros y amigos, donde por supuesto se juega a la petanca pero también al Mölkki un juego finlandés que está haciendo furor y donde se puede cruzar al otro muelle en pedaló, piraucho redondo, bici acuática o en tirolina…
El orgullo de ser de Paris se exhibe desde en el Eliseo, hasta en la casa del homeless, pasando por supuesto por todo museo, organismo público o dominado por el design mas rabioso. Da igual, lo mismo que todos cantan La Marsellesa, también presumen de bandera tricolor. Bueno, son signos, pero nos valen y…nos ponen los pelos de punta!!
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