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Un Blas de Lezo «sereno y reflexivo» para el monumento de Madrid

Un Blas de Lezo «sereno y reflexivo» para el monumento de Madrid
Esteban Villarejo el

Sobria, mirada al horizonte caribeño donde amenaza una tempestad llamada Vernon y su pérfida armada de Albión, brazos pensantes acomodados a su espalda,… Sí, como si estuviera apunto de espetar: «Aquí nos hallamos, aquí nos defenderemos, esto es Cartagena de Indias, el Reino de España al otro lado del océano».

La estatua del almirante Don Blas de Lezo, en la madrileña plaza de Colón, ya tiene diseño definitivo después de que la asociación que impulsara la iniciativa ciudadana (y recaudara íntegro el dinero, todo sea dicho) se haya decantado finalmente, en votación entre sus afiliados, por un boceto pergeñado por el escultor Salvador Amaya (Madrid, 1970), quien cuenta entre sus obras realizadas con Isabel la Católica (Navalcarnero), Valle-Inclán (Vilanova de Arousa) o Julio robles (Salamanca).

«Un Blas de Lezo tenso pero en actitud serena se yergue sobre la cubierta de un barco. He querido interpretar una personalidad forjada en el mar como oficial, curtida en decenas de batallas y con un historial militar que deja fuera de toda duda que no existe la suerte y que las guerras no se ganan con la fuerza, sino con la cabeza. He representado a un estratega, sin artificios ni alardes en la postura. Una persona reflexiva y templada a la vez que orgullosa y fiel a su patria», nos explica Salvador Amaya, en conversación telefónica desde su estudio en Yuncos (Toledo), sobre el sentido que ha querido dar a una escultura que, cuando se emplace en la plaza del Descubrimiento junto a la estatua de Cristóbal Colón, medirá unos 3,5 metros de altura (7 metros en total contando con el monolito-pedestal).

 

Escultura inicial de barro de 87,5 cm de altura

 

«Me gustaría que en el proyecto pudieramos incluir cuatro cañones en las esquinas y un escudo de la flota de Blas de Lezo. Pero estos son detalles que tenemos que definir con la Asociación y el Ayuntamiento», añade el escultor Salvador Amaya.

 ¿Qué momento exacto inspira su escultura inicial (87,5 centímetros de altura)?, preguntamos. Nos responde con el mismo texto con el que acompañó a su escultura inicial de barro para ser exhibida a la Asociación el pasado jueves y que pueden observar en las fotografías:

«En la soledad buscada de la primera luz del día, justo antes de que salga el sol. Distanciándose del fragor del asedio, intentando profundizar más allá de la línea del horizonte y la majestuosidad del despliegue enemigo. Anticipándose, visualizando con serena seguridad acciones, soluciones y secuencias para neutralizar y transformar limitaciones y sacrificios en ventajas. Sintiéndose por última vez en la cubierta de “El Conquistador”, y despidiendo con ello a una parte de su alma; justo antes de ordenar su hundimiento para bloquear el avance inglés. Sin plantearse la posibilidad de su primera derrota, pero desconociendo que se encaminaba a su victoriosa última batalla».

 

Bota sobre un cabo, espada al cinto

 

He ahí el momento. He ahí lo que inspiró al escultor Salvador Amaya en su primera toma de contacto, en barro, con el personaje histórico. La estatua, en bronce, se erigirá con toda probabilidad para una fecha señalada: el próximo 12 de Octubre, día de la Fiesta Nacional.

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En Twitter: @villarejo

 

 

 

 

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