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Blogs Enciende y Vámonos por Rosa Belmonte

Relleno para la Super Pop

Rosa Belmonte el


 


En el primer capítulo de Mi gemela es hija única se veía una plaza de la que parecía que iban a salir el caracol Perezgil y la gallina Caponata. Después de haber visto HKM pensaba que iba a ser difícil encontrarme en tan poco tiempo con otra cosa peor, pero, vaya, qué decepción, lo de las gemelas es la caña de España (me voy a tomar licencias léxicas porque no sé si es correcto utilizar un lenguaje normal para hablar de algo con esos mimbres; de hecho, creo que debería utilizar sólo o cool o sucks, como Beavis and Butt-Head). Y lo de Efrén (el regreso), bueno, la mayor garrulada de los últimos tiempos.  Hemos llegado muy bajo cuando un tipo con esas mechas, ese peinado y esa cara de perullo levanta audiencias (por no hablar de cómo se dirigió a Soraya el día que, con ese ojo, la eligió; demonios, ¿es que no has visto telefilmes de Danielle Steel para ser cursi con gracia?). Y qué disgusto me he llevado cuando he visto que llevaba puestas las zapatillas Puma Pop (esas con puntilleado a lo Liechstentein). Me temo que me han cortado a la hora de consumir.


 


 Nada tengo en contra de las gemelas. Ni de las falsas (de Hayley Mills a Lindsay Lohan) ni de las verdaderas (Pili y Mili o las Olsen, que pesan menos ahora que cuando trabajaban en Padres forzosos, como diría Lorelai). Aunque actualmente mis favoritas son las gemelas bisexuales que han sucedido a Tila Tequila. Sólo por la idea tan salida y tan masculina, claro. En fin, que, después de ver lo de las gemelas en Telecinco, lo mejor que se me ocurre decir es que los personajes suelen salir centrados en los planos. Y, como siempre, en estos casos, me alegro de que exista una producción televisiva española y de que la gente (sobre todo la mayor) tenga trabajo.


 


HKM es otra cosa. Sigue, en pintas y tatuajes, a los de Fama (¿pero de dónde sale toda esa gente?) y nos vuelve a colocar a Sarah da Pin Up (la que el año pasado, rubia, nos daba la tabarra en el anuncio de Iberia). Qué gran escena esa en la que se pone a rapear o hip hopear en la clase. Qué gran sonido sale del móvil; tía yo quiero uno de esos para cadena Hi-FI (menuda expresión de otro siglo). Aunque grande, grande, la profesora con el teléfono móvil en clase a la que le suena y se sale al pasillo a charlar (con su amante, no con su madre a punto de ser trasplantada del corazón). Hablando de madres, la de la rapera es Isabel Gaudí, la Sharon de Ana y los siete.


 


Por si no fuera suficiente con el rap (o hip hop o lo que pelotones sea) de la clase, viene el Gobierno de España y nos suelta el yopongocondon.com. Nada que objetar al spot que no tenga que objetar a FamaHKM. Lo feo que es todo. A mí es que la juventud me gusta más jugando al Lacrosse (“Al lacrosse, Liz Lemon, al lacrosse”). Al fin y al cabo, resulta tan americano como el hip-hop. O jugando al hockey hierba en Central Park. Como las chicas de Gossip Girl, que vuelven a AXN (aunque me da la impresión de que empiezan por el principio). Y en HD (en Imagenio). Prefiero a las chicas con el aspecto de Serena van der Woodsen, al menos por oposición a lo que veo en Física o Química y HKM (y, por supuesto, que me decanto por la primera, pero tampoco son comparables, que una es semanal y la otra diaria).


 


 En el fondo, la mayor contribución de ambas (y de El Internado, y de Sin tetas no hay paraíso) es la que hacen a la Bravo y la Super Pop. Es decir, a que en las revistas de  pre adolescentes haya personajes españoles además de la panda de High School Musical  y o la de de Hanna Montana.

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