Rosa Belmonte el 23 nov, 2005 A la vista de todo lo que se ha soltado con motivo del absurdo dÃa de la televisión (¿para cuándo un dÃa de la tarima flotante?), deberÃa cambiarse la expresión abogado del diablo por la de abogado de la televisión. Es que cualquiera la defiende sin riesgo de que le partan la cara. Ya nadie dice eso de ¡Cómo está el servicio! Ahora es ¡Cómo está la televisión! Yo sólo digo que El diario de Patricia (que todo el mundo tiene en la boca) es malo por lo que tiene de mentira y de farsa, no por mostrar botarates. El votante medio del que hablaba Churchill como mejor argumento contra la democracia es también el televidente medio y el español medio y el cuñado medio. A quienes creen que la televisión ha alcanzado las más altas cotas de la miseria, sólo recordarles algunos programas de los 90: El domingol, Veredicto, Confesiones, Goles son amores, La máquina de la verdad, Las noches de Tal y Tal, Al sol con Chábeli, De tú a tú, Tutti Frutti, Y ahora… Encarna Me da la impresión de que no estamos tan mal. Pero, claro, no soy de fiar. Yo más bien soy de las que dirÃa, como George Burns en el episodio piloto de El show de George Burns y Gracie Allen: ‘¿Qué esperaban? ¿Shakespeare?’ Hemeroteca Comentarios Rosa Belmonte el 23 nov, 2005