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Blogs Enciende y Vámonos por Rosa Belmonte

Por babor, por babor

Rosa Belmonte el

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Cómo me alegro de que el peliculón de Antena 3 se quedara por detrás de la película de la semana de La Primera (una rabieta infantil, ya lo sé). Es verdad que Con air (a ver, cuántas veces la he visto, ay, esperen que vuelvo a empezar a contar, que no tengo suficientes dedos), es verdad que Con air, digo, mejoró la audiencia de 24, pero se quedó en un magro 16.15% de share. ¿Para eso nos mandan a Jack Bauer y su zurrón a las doce y media? Amos, anda. Y lo peor no son las horas sino que conforme avanza la madrugada los anuncios son peores. Deprimentes. Todos de tonos, politonos, chats, puteríos y cutreces semejantes. Tan espantoso televisivamente fue anoche el domingo que aproveché, hasta que empezó 24, para ver episodios que tengo atrasados de otras series. Y luego llegan los jueves y no hay quien pueda con todo. Pero mereció la pena la espera y el trasnoche, que, de pronto, me encontré con Robert McCrane, el malísimo Romano de Urgencias (otra vez con dos brazos) y resulta que es el  malvado de 24 (aunque veo en Imdb que de doce a una también aparecía; ahora me acuerdo que la semana pasada me dormí un rato). Pero como nada hay que descubrir de 24, que el domingo que viene, salvo cambio, cualquiera sabe con estos señores, acabará, pues voy a otra cosa. A El Hormiguero, que fue lo que se estrenó ayer. El nuevo programa de Pablo Motos con Gestmusic (el codirector es Jorge Salvador) es gamberrete pero demasiado largo, lo que hace que resulte disperso y con altibajos. No hubo sorpresa al principio. La cara abotargada de Motos evidenciaba que estaba boca abajo, pero aun así tuvo su gracia. Luego el monólogo, casi una concatenación de sueltos chistosos, tuvo sus momentos. El abordaje del Bribón. Según Motos, el Rey diciendo (imitándolo): “Por babor, por babor”. Y los del otro barco: “Por favor, ¿qué?” O decir que al Papa lo llaman Papa Rubianes. Más tarde, vino lo de Japón Ibérico, con fotos de gente que parece japonesa (y lo parecen): Maragall, Felipe González, Emilio Botín, Carod Rovira y Curro Romero. No me hizo gracia Flipy con los experimentos (el quimicefa llevado al extremo) aunque sí, en la mesa, lo de Araceli Segarra (el juego de palabras con su apellido y el gesto que hicieron con las manos de “que se agarra”). En fin, un programa simpático, brutote y a ratos ingenioso para fans de Motos y de su programa de radio (No somos nadie), pero también para todos los demás que no lo conocían. Me da la impresión de que debería ser más corto, pero tengo que verlo más. En cualquier caso, agradezco mucho a Pablo Motos que ayer no sacara uno de sus temas favoritos: la ropa interior de color carne, que para él debería estar prohibida. Vamos a ver, Pablito, es que la ropa interior de ese color existe no para molestarte sino precisamente para que no se vea, para que resulte invisible. No es para que la vean los tíos, es para que no se transparente con camisas o pantalones blancos o claros. Claro, que también está la opción Florence Griffith, la de llevar el sujetador negro y dejado por fuera para-que-se-note. No sé, ésta es una discusión que da para mucho.

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