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Blogs Enciende y Vámonos por Rosa Belmonte

Oír cebolllas

Rosa Belmonte el

Entrevista exclusiva a Coto desde Tailandia


El viernes por la noche (y no sé si fue en Sálvame o en DEC), alguien soltó: ‘Como dijo Miguel Hernández, contigo pan y cebolla’. Se oyen cebollas como el que escucha campanas y luego pasan estas cosas.  Pero no consigo acordarme de quién fue. Y creo que no lo he soñado (sólo espero que algún cazador de perlas para zápines que también lo escuchara).


En cualquier caso, qué buen fin de semana para echar un vistazo a lo que es la televisión de plató en España. La razonabilísima madre de La Quisquilla (Isaac, ex de Falete) en Sálvame; en Dec, Coto Matamoros con la cabeza tatuada de algo maorí que se ha hecho, claro, en Tailandia (me recordaba al malo ese calvo que se le aparecía en Nip Tuck a Sean McNamara); Risto en La Noria  (como no cobró, le regalaron un reloj que me pareció un Tag Heuer, a lo que él dijo que habían acertado en la marca. Pero no era un Mónaco ni nada de eso, era un peluco, peluco. Gloria Serra se apresuró a decir que si no le gustaba se lo quedaba ella; sólo una mujer así de grande podría pensar en ponerse un reloj  más grande que mi cabeza, como las croquetas que se comió Andreíta). Y la madre de Falete, también en La Noria (eso que se dice a un chico de que es clavado a su madre en Falete es literal).


Como en el blog no he hablado de Pica y Rasca en Sálvame, o sea, de Pipi y Jimmy (mira, con esos nombres no puede salir nada bueno), reproduzco el artículo de los diarios de Vocento del sábado (aunque tampoco tengo muy claro cuál es mi opinión sobre el asunto; lo mismo ya ha cambiado):


JUGAR CON FUEGO


Hace unos días veíamos en los informativos imágenes del parlamento de Corea (del Sur). Los parlamentarios se pegaban, como otras veces, esta vez a propósito de una ley que iba a permitir que los periódicos tuvieran su televisión. Es la variante política del ‘slapstick’ (ese tipo de comedia que exagera la violencia, la comedia que va de El gordo y el flaco a Rasca y Pica). El jueves también se zurraron en ‘Sálvame’. Lo hicieron Pipi Estrada  y Jimmy Giménez-Arnau a propósito del ataque del primero a Lequio y la defensa del segundo de su amigo italiano (además, se levantó y se fue). Eso fue lo que lo vimos. Lo que no vimos fue lo que el portal Vertele se apresuró a contar: que en una pausa publicitaria Giménez-Arnau se cayó al suelo por un problema en la rodilla. “Un momento que Pipi Estrada ha aprovechado para abalanzarse sobre él y propinarle varias patadas en la cabeza, que le habrían causado, al menos, una sangrante herida en la oreja”. O sea que Pipi ha pasado del pin-pan  (aquel magreo con Terelu) al zas, pumba, catapún. Y diez puntos extras por la sangre. Hombre, por Dios, ¿es que no se puede alabar un programa sin que se ponga en evidencia?


De Pipi, la productora ha prescindido durante un tiempo. Lo único positivo del asunto es que demuestra que en el plató se pelean de verdad, sin pamplinas (pese a que Sonia Monroy se enfadara tanto con el espacio y luego haya vuelto, la última vez con su padre recién muerto). Lo de Pipi y Jimmy viene a poner de manifiesto lo que ‘Sálvame’ tiene de reality show (mucho más que de magazine). Los tertulianos mutantes ni siquiera necesitan que los zombies los ataquen, como en ‘Dead Set’, esa divertida serie británica que satiriza a un ‘Gran Hermano’ atacado por muertos vivientes  y que Canal Plus estrena hoy. ‘Jugar con fuego’ es una estupenda zarzuela de Barbieri. Jugar con fuego es lo que se hace peligrosamente en ‘Sálvame’, que transita manteniendo un difícil equilibrio entre la astracanada, la tronchante voz en off de Belén Esteban apostillando o preguntando algo cada vez que se van a un vídeo y lo intolerable (aunque es cierto que no habiéndose pegado en pantalla, no sé si lo intolerable es parte del programa).  Me gusta ver las peleas en el parlamento de Corea. De Sur. En el Norte ni siquiera tienen libertad para pegarse. 

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