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Blogs Enciende y Vámonos por Rosa Belmonte

Hola, solución

Rosa Belmonte el


Sí, se acabó Yo soy Bea, que ya no era Bea hace tiempo y que hasta cuando lo era me resultaba un coñazo (y su éxito, un misterio). Podría decir que la noticia del fin de la telenovela me pilló como si me hubieran dicho que se acababa La casa de los Mártinez, en el sentido de Ah, ¿pero es que siguen emitiéndola. Pero no sería verdad porque últimamente solía ver al menos el principio (por el enganche del final de Sálvame y hasta que me daba cuenta y cambiaba).


Lo que peor he llevado ha sido el cambio del pérfido y divertido Miguel Hermoso, convertido al final en bueno y sentimental. Por favor. Es verdad que hasta Vanessa Williams se ha suavizado en Ugly Betty pero no hay comparación. Y no es que no la haya con la Betty de Salma Hayek, que es una serie magnífica, es que tampoco la hay con la original colombiana. Por cierto, que Fernando Gaitán, el alma de Yo soy Betty la fea está adaptando Anatomía de Grey al formato telenovela.  El equivalente a Meredith va a ser  Verónica Orozco, que es la hermana guapa de Ana María Orozco (Betty). La chica es cantante y me he hecho superfan después de escuchar su primer éxito, una canción titulada Las bragas (aparte de la foto ilustrativa, aquí dejo el vídeo y la letra, pero extracto la mejor parte: ‘que no te llenes de miedo si me quito la mascara/ si de repente una noche me levanto a tu hermana/y le quito las bragas/yo le quito las bragas).


Ya digo, a los pies de la pequeña Orozco. También de una rubia tetona  presentadora de un Call tv en el canal LTC. Parece sacada de un cómic. Y no sólo son las tetas como balones de Nivea, es también el pelo gigante, los morritos, la cara, el bailoteo mientras suena el chunda chunda y ella: ‘Hola, solución’, que es lo que decía (la noche del domingo) cada vez que se oía un ring para dar paso a una llamada de pega.  Como si el propio concepto del Call Tv no fuera suficiente (se trataba de solucionar 118+2-5-7+3×0-18+12+3×4  y los que presuntamente llamaban decían 114, 1420, 46 o ‘menos 1332’, un delirio), como si el burdo engaño no fuera suficiente, digo, ponen a este personaje. Ya le he cogido cariño. Superfan, oye. Entre ésta y Aída Nízar no lo dudo (el otro día me crucé a Aída en una escalera de El Corte  Inglés, yo bajaba por mi derecha y ella, que subía, no se apartaba).



Ah, una cosa más. Final de los 100 metros. El previo, con la cámara paseándose por delante de Usain Bolt y compañía. Me sorprendió muchísimo esa cosa de hacer cucamonas a la cámara (cielos, si parecía que estuvieran presentándose sin sonido en Guayipaut). Toda la vida ha podido haber uno que hiciera un guiño. ¿Pero que todos tuvieran su teatrito? Eso es nuevo. Claro, que algo hay que hacer para que los 100 duren algo (como diría el locutor de TVE, a veces en modo José Ángel de la Casa cantando el gol de Señor, qué barbaridad, qué barbaridad, etcétera).


Ah, otra cosa más 2. Qué susto la mañana del sábado cuando me encontré en Telemadrid a los Seaver muchos años después, sobre todo cuando me encontré a Ben Seaver.

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