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Blogs Protocolo y etiqueta por Maira Álvarez

Los mocos de Donald Trump

Maira Álvarez el
Fuente: AFP/ Getty Images

 

Cien millones de espectadores siguieron anoche (horario español) el debate entre Hillary Clinton y Donald Trump. Una cantidad nada desdeñable de personas que pudieron analizar cómo se desenvuelven los aspirantes a presidentes de los Estados Unidos cuando no tienen un teleprompter para leer su discurso electoral. De hecho, la red social Twitter ha informado que este debate ha sido el acontecimiento político sobre el que más se ha tuiteado en la historia de la compañía.

Tengo que confesar que ver hablar a Trump me fascina como lo haría un león desplegando sus artimañas ante una gacela indefensa. El republicano es una bestia soberbia, carismática  y manipuladora. Su dominio del lenguaje no verbal debería ser digna de estudio (más aún) por parte de comunicadores y expertos en imagen.

El lenguaje corporal es la conducta que expresa nuestra personalidad, y que por mucho que intentemos tapar o corregir, siempre habrán pequeños gestos que delaten lo que pensamos o sentimos: podemos evitar poner cara de asco, pero no que nuestras pupilas se dilaten ante la persona que nos gusta.

Trump es muy dado a tener tics o movimientos que distraen de su mensaje, e incluso pueden llegar a ser contradictorios. Más que un político al uso (recto, comedido, prudente) se comporta como un animal televisivo, como una estrella catódica que no tiene miedo de provocar pasión y asco a partes iguales. Donald Trump no intenta ocultar lo que siente tras una sonrisa, como hace Hillary: si no escupe a sus contrincantes es porque sabe que sería excéntrico hasta para él.

Trump no demuestra tener ansiedad por ganar o por caer bien a todo el mundo (luego abre la boca y lo corrobora con sus mensajes racistas, machistas y fascistas).  La gente percibe este mensaje como prueba de honestidad, y cree que el empresario quiere realmente lo mejor para su país.

Su fuerza estriba en que no para de demostrar emociones, y es fácil encontrar fotos de él en las que demuestra sorpresa, cinismo, incredulidad…. Cuando la gente habla de Trump no piensa en cifras ni en promesas, sino en sentimientos. El candidato republicano es el líder del lenguaje de la persuasión.

Fuente: Elcuerponomiente.com

 

El lenguaje de Trump

  • Habla comiéndose el escenario, dando mensajes de macho alfa y de “aquí estoy yo, por fin”.
  • Cuando sus oponentes dicen algo que no le gusta, frunce los labios como lo haría un profesor ante un mal estudiante.
  • A Trump le gusta levantar los brazos con las palmas de las manos hacia arriba, lo que se interpreta como inocencia y honestidad.
  • Su cabello tan visible dice que no tiene miedo de hacerse notar.
  • Hace continuas manifestaciones de poder: se agarra al atril, se inclina hacia delante…
  • Cuando habla con Clinton gira hacia ella todo el cuerpo, no solo la cabeza, hecho que significa que no le tiene miedo.
  • El republicano también deja ver sus inquietudes: sufre de “micro-picores” en las manos, gesto que comparte con Albert Rivera, que denota nerviosismo e incomodidad.
  • Otras veces, Trump mantiene los brazos rígidos pegados a su cuerpo, de una manera muy antinatural, como si estuviera tratando de proteger algo.
  • Su sonrisa es falsa y forzada, pues mientras la boca se estira exageradamente, sus ojos siguen en tensión y parece incómodo.

 

Donald Trump fascina a los americanos porque da miedo. Alude todo el rato a terroristas, violadores, traficantes de drogas… y él se retrata como un Batman de tupé anaranjado dispuesto a salvar a todos los agradecidos ciuidadanitos de los Estados Unidos. El miedo es una estrategia muy hábil, una emoción muy poderosa que bloquea nuestro pensamiento racional y que hace que capte muy fácilmente el voto de los indecisos.

Y sin embargo, parece mentira que lo que más ha llamado la atención del candidato republicano a la Casa Blanca haya sido su manera insistente y ruidosa de sorberse la nariz. Poco tiempo tardaron en Twitter en crear el hasthag #Trumpsniffle, y hasta han aparecido dos nuevas cuentas, @TrumpsSinuses y @TrumpSniff, que no han parado de ganar seguidores en las ultimas horas.

Su ayudante de campaña aseguraba tras el debate que el empresario no estaba resfriado. El antiguo aspirante demócrata a la casa Blanca, Howard Dean, no ha tenido reparo en atacar fuerte al republicano:  “Me he dado cuenta de que Trump está sorbiendo todo el tiempo. ¿Consumidor de coca?”.

 

¿Se imaginan un ataque así en nuestro país?? Bueno, igual me vienen ciertos efluvios podemitas contra el antes citado líder de Ciudadanos… de todas maneras, tanto en acusaciones, como en lenguaje no verbal o en puesta de escena, nuestros debates políticos están muy lejos de parecerse a los americanos. Tenemos mucho que aprender.

Les aconsejo no ver el siguiente vídeo si están comiendo.

Lenguaje no verbal

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