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Protocolo y polémica

Maira Álvarez el
Getty Images

 

No quisiera terminar la semana sin hacer una reflexión sobre la polémica que ha surgido a nivel mundial sobre la mini- gira europea que ha realizado el presidente de Irán, Hasán Rohani junto a seis de sus ministros por Italia y Francia.

Como ya todos sabréis, la manera de actuar ante la delegación iraní fue muy diferente por parte de nuestros países vecinos. Mientras en Italia se suprimió el vino de las comidas y se taparon estatuas milenarias por estar desnudas, en Francia se suprimió la cena oficial antes de eliminar el vino del menú.

Me gustaría haceros reflexionar sobre el delgado hilo que separa al protocolo diplomático y al respeto. Es cierto que el protocolo es una herramienta de acercamiento entre países que por su cultura o religión están distantes. Uno de los fines del protocolo es facilitar las relaciones y la comunicación entre países. Los viajes de Estado conllevan una preparación de meses por parte de los gabinetes de protocolo de ambos países, el anfitrión y el visitante, donde cada uno recoge las peticiones del otro. Protocolo es imprimir armonía y orden. Protocolo es saber proyectar una imagen de seriedad, respeto y cortesía a los países que nos visiten, y más cuando hay un fin comercial como era en este caso.

Pero tampoco hay que dejar que nos “pisen” u “ofendan” ni tampoco caer en un servilismo donde nos auto humillemos. Para que anfitrión e invitado se sientan satisfechos tiene que predominar la reciprocidad, es decir, ambas partes deberían ceder un poco sus exigencias personales en aras del bien común.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En Italia, como sabéis, no sólo se retiró el vino de las comidas, sino que se taparon varias estatuas de Venus desnudas, además de un cambio de la escenografía de la sala de los Museos Capitolinos. Según el diario Il Messaggero de Roma, a los iraníes no les gustaba ver  los “atributos” del caballo de la gran escultura ecuestre de Marco Aurelio.

Desde la delegación de Irán han dicho que ellos no pidieron que se cubriese nada, aunque hay declaraciones italianas que afirman que sí que fue una petición del séquito de Rohani.

El diputado de Forza Italia, Luca Squeri manifestó que “el respeto de las otras culturas no puede y no debe suponer a la negación de la nuestra”.

El diario francés Figaro en su edición digital recordó un dicho internacional (que les vino al pelo al justificar a Hollande) “En Roma haz como hacen los romanos”.

En Italia, la opinión pública se rebela ante la actuación de Renzi, y subrayan que se han doblegado ante un jefe de estado que asesina, mutila y tortura a disidentes y homosexuales, que lapida a las mujeres adúlteras (aunque sea en contra de su propia voluntad) y que no reconoce la existencia del Estado de Israel. Lo que quizá obvian un poco más es que Rohani se ha dejado en Italia una inversión de 17.000 millones de euros.

La respuesta italiana no se ha hecho esperar

 

 

 

¿esto es deferencia o venderse?

 

 

 

 

 

 

 

El subdirector del diario La Stampa, Massimo Gramellini, ha escrito en su periódico “si una italiana va Irán, se cubre justamente la cabeza. Si un iraní viene a Italia le cubrimos injustamente las estatuas”. Y añade “me gustaría saber qué pensaría mi abuela de esta enésima payasada italiana: cuando era niño me enseñó que la primera manera de respetar a los otros es no perder el respeto por uno mismo”.

En Italia buscan ahora una cabeza de turco a la que culpar por este hecho, y todas las miradas se dirigen a Ilva Sapora, de 64 años, en servicio a la presidencia desde el 2001. Es la jefa de protocolo desde el 2013 y afirman que la última decisión fue suya.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No es la primera vez que esta mujer enfurece a Renzi. El pasado septiembre, se hizo un almuerzo de honor con el primer ministro de Kuwait para celebrar la compra de varios cazas Eurofighter, y se olvidó de invitar al general kuwaití que había firmado el contrato millonario, hecho que estuvo a punto de mandar al traste el acuerdo.

En diciembre, en una cena con el rey de Jordania y la reina Rania, los invitados se quejaron que el vino y la comida no estaba a la altura. Ella de momento, rehúsa hacer declaraciones.

 

En el país galo, el desencuentro entre el presidente de Irán y el francés ha sido por el vino. Nos puede parecer un detalle sin importancia, y de hecho la polémica se divide entre si primó las exigencias culturales de unos o las de otros.

Como experiencia personal, comparto con vosotros que yo he vivido embarazada en Francia, en una zona vitícola, y el tocólogo me permitía beber vino tinto “con moderación”, cosa impensable en España. Y he visto en las fiestas como dan vino rebajado con agua a los niños, al igual que en México impregnan con picante los chupetes para hacerles el paladar a ese sabor. El vino es “algo más” en su cultura.

La delegación iraní pidió que se sirviese carne halal y que no hubiese vino en la mesa para cumplir con la tradición musulmana, ya que no pueden beber alcohol ni sentarse en una mesa donde otros lo beban. Francia canceló la comida oficial antes de renunciar a su “tradición republicana”.

El embajador del país galo en Estados Unidos Gérard Araud ha justificado esta decisión diciendo que “a nadie se le obliga beber o no beber” y ha declarado en su cuenta personal de Twitter que “nosotros no pedimos vino cuando estamos en un país musulmán”.

 

 

 

 

 

 

 

 

Es la primera ven en 17 años que un presidente de Irán viaja a Francia. Y sin embargo, vino mediante, la visita ha sido calificada como positiva y ambos países . En Francia se ha firmado el acuerdo de venta de 118 Airbus a Irán por 23 millones de euros. La empresa Peugeot Citröen vuelve al país tras años de bloqueo. Los intereses comerciales han primado por encima de los desaires.

La decisión del equipo de Hollande fue ofrecer un desayuno a Rouhandi, oferta que el líder iraní rechazó por ser “demasiado simple”. Así que el presidente de Irán desayunó solo antes de reunirse con el francés en el Palacio Elíseo.

La visita ha sido calificada de positiva, y ambos países han manifestado su intención de pasar pagina tras el levantamiento de las sanciones contra Irán por su programa atómico. El primer ministro galo, Manuel Valls se declaró satisfecho y dispuesto a que las empresas francesas respondan a las necesidades iraníes.

 

¿Cuál es vuestra postura? ¿Se excedieron en celo los italianos o en falta de empatía los franceses?

 

 

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