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Blogs Las aventuras de una madre primeriza por Teresa Zafra

Tengo superpoderes

Teresa Zafra el

No sé si a vosotros os pasa, pero yo, las poquitas cosas que sé hacer bien, las he conseguido con mucho esfuerzo y años de práctica. Por ejemplo, patinar: después toda una vida patinando, de muchas caídas, muchos kilómetros recorridos y más de un moratón en mis rodillas, puedo decir que sé patinar y que no lo hago mal.

Como os digo, soy de las que piensa que el ser humano sólo consigue destacar en algo después de haber aprendido y practicado mucho. Toda la vida he pensado que los talentos innatos, como  los superpoderes, eran solo parte de la ciencia ficción y no de la vida real.

Sin embargo, en los últimos meses, he descubierto que las madres, y por consiguiente yo también, tenemos ciertas habilidades que, a modo de superpoderes, nos han venido como caídas del cielo sin que hayamos necesitado aprenderlas o cultivarlas.

 

En mi caso concreto, voy a contaros que tengo tres superpoderes. ¿Queréis saber cuáles son? El primero es conseguir que cada vez que canto una canción concreta, Martín deje de llorar. No importa si tiene sueño, hambre o fiebre, pero cada vez que le canto esta canción, deja todo cuanto tiene entre manos, llanto incluido, y entra en un estado de placidez absoluta que ya quisiera el Dalai Lama.

Mi segundo superpoder es el de dormir a Martín en mi regazo. No es un poder muy espectacular, pero sí es una habilidad que, de entre todos los habitantes de este planeta, tengo yo en exclusiva. Si tenemos en cuenta que al peque no le gusta demasiado estar en brazos y  que su lugar de este universo es su minicuna, dormirlo al arrullo de cualquier persona es una misión casi imposible que a mí, sin embargo, me sale bien sin esfuerzo.

Y, por último, el tercero y más misterioso de mis poderes: conseguir que el peque se ría sin siquiera proponérmelo. Ya puedo estar hablando por teléfono con un teleoperador del banco o quejándome de la corrupción política mientras veo el telediario que, siempre que Martín me descubre, me mira y se ríe sólo por el simple hecho de estar  oyendo la voz de su madre.

Sé que estos superpoderes tienen fecha de caducidad, porque no me imagino a Martín dentro de veinte años durmiéndose en mi regazo (dios nos libre), pero os prometo que, mientras duren, me harán sentir orgullosa y sobre todo, muy muy muy especial!

Si sois madres contadme: ¿Cúales son vuestros superpoderes?

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Teresa Zafra el

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