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Blogs Las aventuras de una madre primeriza por Teresa Zafra

Mi primera boda embarazada

Teresa Zafra el

El sábado pasado mi marido y yo asistimos a nuestra primera boda siendo tres. Lo pasamos fenomenal, bailamos sin parar, comimos demasiado, él bebió todo lo que quiso porque yo ejercí de chofer y nuestro bebé trasnochó como nunca antes en sus 18 semanas de vida (vida en el vientre materno, se entiende).

Me apetecía mucho escribir este post porque me he dado cuenta de que asistir a una boda estando embarazada tiene sus particularidades y quería compartir con vosotros las que yo, en mi caso, me he encontrado:

1. La indumentaria. Por supuesto, es un tema peliagudo. Aparte del hecho de no poder aprovechar nada de mi “fondo de armario de fiesta” (es decir, de lo que me he puesto para otras bodas anteriores), el tema de comprarse un vestido nuevo hay que postponerlo hasta prácticamente la misma semana de la boda, o de lo contrario no sabes como te quedará exactamente el día en cuestión o no, pues el cuerpo va cambiando por minutos. En mi caso, tuve mucha suerte porque el destino hizo que encontrase sin querer un vestido rojo con frunces en la barriga que era perfecto para marcar tripilla sin parecer un saco de patatas. Os pongo una foto con mis amigas Pili y Elena para que nos veáis en acción. (yo soy la de la izquierda)

2. La comida. Aunque los novios fueron muy detallistas y nos preguntaron si teníamos alguna alergia o había algo que no nos gustase, no quise dar la lata con toxoplasmosis y demás y en el tema de los aperitivos tuve que estar preguntado qué ingredientes llevaba cada canapé por si algo me estaba prohibido. Muchos me vais a decir que siempre lo hacéis, pero yo la verdad es que siempre he sido más de coger el canapé y engullirlo sin preguntar. Al final, lloré un poquito cuando pasaron los platos de jamón del bueno, pero comí casi de todo.

 

3. El alcohol. En cuanto me di cuenta de que iría de boda estando embarazada, me ofrecí a hacer de chofer en el camino de vuelta. Dado que no podía beber, di a mi marido carta blanca para que aprovechase el la barra libre. Sin embargo, el tema de conducir me preocupaba, porque la boda fue de noche y la posibilidad de que el sueño me invadiese de repente estaba rondando en mi cabeza. Al final, gracias a un café después de la cena, tres coca-colas, un photocall divertidísimo y un montón de chuches, el bebé y yo  aguantamos como unos campeones hasta pasadas las 4 de la madrugada.

De todas formas, la boda fue tan bonita, tan emotiva y estuvo tan bien pensada y llena de detalles que mis achaques de primeriza quedaron en segundo plano incluso para mí. Da gusto asistir a bodas así, desde aquí mi enhorabuena a los novios por la organización, que además son muy especiales para mí por la forma en que los conocí, y deseo de todo corazón que su vida sea exactamente como predice la frase de la galleta que nos regalaron.

 

 

 

 

 

Felicidades, Patty e Imanol, os deseo un matrimonio muy feliz y que dure tooooda la vida!

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