Teresa Zafra el 10 sep, 2013 Como ya os conté la semana pasada, hemos tenido poco margen para elegir la edad adecuada para que nuestro hijo empiece la guarderÃa. La buena noticia es que hemos conseguido aguantar hasta el inicio oficial del curso escolar, y la pena es que en este inicio MartÃn tiene sólo ocho meses y aún no es capaz de andar ni de entender muy bien dónde lo dejamos cada mañana. El otro dÃa en el telediario nos contaban de que los trabajadores hemos dejado de tener depresión postvacacional debido a la crisis y a que, de repente, valoramos muchÃsimo el tener un puesto de trabajo al que regresar después del verano. Me imagino entonces que siguiendo ese razonamiento podemos decir que tenemos suerte de tener que llevar a nuestro hijo a una guarderÃa y, sobre todo, de contar con los recursos necesarios para hacerlo. Sin embargo, a pesar de que siento esto que os digo, el privilegio de ir a trabajar y de tener medios para sufragar los gastos de una guarderÃa, confieso que me dan envidia las madres que están en casa cuidando a sus hijos. Las madres que se quedan en casa siempre han existido, es cierto, pero, en pocos años y debido, como casi todo en nuestra sociedad actual, a la interminable crisis, el perfil de la madre que cuida a sus hijos a tiempo completo ha cambiado mucho. Décadas atrás, como todos sabemos, las familias medias subsitÃan habitualmetnte con un solo sueldo, el del padre, mientras la madre se ocupaba de la casa y de la educación de los hijos. Más tarde, con la incorporación de las las mujeres a los estudios universitarios y al mundo laboral, los hijos pasaron a crecer en guarderÃas o en casa con chicas a las que querÃan como segundas madres. A dÃa de hoy, aunque por supuesto siguen existiendo mujeres que son madres a tiempo completo por decisión propia, muchas han vuelto a casa de forma involuntaria, y cuidan a sus hijos porque realmente no tienen opción de salir a trabajar fuera de casa. El problema, muy real, es que muchas mujeres dedican sus mejores años a trabajar y a intentar conseguir una estabilidad y un respeto profesional que les permita tener hijos. Justo cuando están a punto, su empresa cierra, ejecuta un ERE o, simplemente, deja de contar con ellas porque se ve obligada a hacerles un contrato fijo si las renuevan. Muchas se ven en el paro, con más de 30 años, dándose cuenta de que sus planes, los de compaginar el ser una profesional de éxito con un buen sueldo con el papel de madre trabajadora, nunca van a hacerse realidad. Su vida tal y como la planearon, de repente, se ha desmontado. Por eso cada vez son más las parejas que se ven obligadas a tener hijos en el peor momento, y que se encuentran en la situación de tener que explicar en su entorno por qué han decidido atreverse a ser padres aún estando uno de los dos (o incluso los dos) sin trabajo. El problema es que las posibilidades de encontrar trabajo para una mujer que es madre reciente son realmente bajas, y, al final, con la situación actual, la carrera profesional de una mujer puede llegar a sufrir daños irreparables. En el curso que MartÃn comenzó el lunes pasado en la guarderÃa, los niños son hijos de padres y madres trabajadoras. Me cuesta pensar que alguien lleve a un niño de 8 o 9 meses a una guarderÃa a no ser que no tenga más remedio. Sin embargo, me imagino que en las clases de dos y tres años encontraremos casos de padres que hacen malabares con el único sueldo de la familia para poder llevar a sus hijos durante unas horas a un ambiente educativo que, a partir de cierta edad, es muy necesario. La educación gratuita a estas edades es, al menos en mi caso, un espejismo. No es ya que no me den plaza en guarderÃa pública, sino que en mi zona ni siquiera tenemos una. A partir de los tres años tendremos la opción de llevar a nuestro hijo a un centro público sin tener que pagar, pero, hasta entonces, todo depende de nuestros recursos. Entiendo que la escasez de este tipo de centros refleja la idea de que la escolarización de niños de menos de tres años no es prioritaria en nuestro paÃs, a pesar de que muchos expertos recomiendan que los niños menores de esta edad se relacionen con otros bebés y que muchos padres ven que sus hijos necesitan este contacto para adquirir cierta autonomÃa e independencia. A la vez, herramientas como bajas maternales (aunque sean sin remunerar) más largas, reducciones de jornada sin consecuencias laborales y excedencias con posibilidad de retorno garantizado, siguen siendo solo sueños para las madres que intentan conciliar. Que queréis que os diga, yo le veo tan poco sentido a que la maternidad esté aún tan desprotegida, que estoy empezando a contemplar la posibilidad de que un dÃa se descubra que todas estas calamidades forman parte de un plan de nuestros dirigentes para controlar la población y congelar la natalidad. maternidad Comentarios Teresa Zafra el 10 sep, 2013