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Blogs Las aventuras de una madre primeriza por Teresa Zafra

Cosas a las que tienes que acostumbrarte cuando estás embarazada

Teresa Zafra el
Aunque tengo que confesar que estoy un tanto obsesionada con intentar  seguir siendo una persona “normal” durante mi embarazo,  en las últimas semanas se ha hecho evidente que en esta etapa en la que me encuentro me resulta imprescindible  cambiar el chip respecto a algunos aspectos de la vida cotidiana y de la relación que tengo con el mundo en general.
 
La realidad es que a pesar de que por el momento me considero una embarazada poco sufridora y poco quejica, en las últimas semanas han empezado a producirse en mi vida diaria  situaciones que me recuerdan que mi vida no puede ser 100% como antes. Gracias a dios, la mayoría no dejan de ser meras anécdotas. Os pongo algunos ejemplos:
 
1. El espacio que necesito para pasar por un sitio estrecho ha aumentado:
 
¿Qué hacemos todos cuando queremos atravesar un paso muy estrecho, por ejemplo entre las mesas de un restaurante? Ponernos de lado, ¿no? Pues a las embarazadas el truco no nos sirve por dos motivos: el primero, porque, a diferencia del resto de los mortales de menos de 150 kilos de peso, no ocupamos menos de perfil que de frente y el segundo, porque podemos darnos un golpe nada recomendable en la barriga, como me pasó a mí el día que intenté pasar de perfil entre dos sillas muy juntas y de repente movieron una justo cuando yo estaba ahí.  Intento desde entonces autorecordarme  que tengo que pasar de frente, pero a veces se me olvida.
 
2. No puedo tumbarme boca  abajo:
 
Aparte de no poder dormir en esta posición, algo que me gusta hacer de vez en cuando, en los días de vacaciones no he podido  tomar el sol con la cara en la toalla ni, por tanto, adquirir un moreno uniforme. Al final de las vacaciones, he vuelto con la barriga tostada y la espalda blanca.
 
3. No puedo abrocharme algunos zapatos:
 
Este “handicap” ha sido el útlimo en llegar, pues fue ayer mismo cuando intenté abrocharme unas sandalias con tres hebillas en cada pie, y me di cuenta de que al hacerlo aplastaba mi barriga además de provocarme un dolor agudo en la zona de mi apéndice. Al final pude abrocharlas, pero sólo subiendo el pie a la cama y adoptando una postura digna de contorsionista china del circo del sol.
 
4. No puedo comer todo lo que se pide para compartir en una cena familiar o de amigos:
 
Esto creo que se debe a que a mí no me gusta dar pena ni llamar la atención. Es cierto que a veces mis amigos o mi familia se acuerdan de que no puedo tomar jamón, chorizo o patés, y tienen la deferencia de no pedirlos para todos cuando estoy yo. Sin embargo, hay otras veces en las que la memoria falla, incluso a mi propio marido, que el pobre está en mil cosas a la vez, o simplemente voy a comer con gente que no conoce mis pequeñas limitaciones gastronómicas. Mi actitud en estos casos es no decir nada y no probar el plato prohibido en cuestión, porque además, creo que aunque no cene mucho un día, mi cuerpo tiene reservas de sobra para poder sobrevivir sin problemas hasta la siguiente comida.
 
 
Me imagino que a medida que transcurran las semanas, la lista de limitaciones cotidianas irá aumentando. Como hasta ahora, intentaré seguir tomándomelas con humor, porque aún me quedan casi cuatro meses hasta que este embarazo llegue a su fin. Por cierto, el bebé ya pesa, según mi app de cabecera, casi 800 gramos y en los últimos días se mueve muchísimo. Por fin empiezo a ser consciente de que dentro de mi hay una personita de carne y hueso.
 
PD: intentaré hacerme alguna foto este fin de semana, y la subiré a la página de facebook del blog, que podéis seguir pinchando aquí
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