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Tanteo al régimen castrista

Luis Ayllón el

La rápida reacción del Gobierno español ante el fallecimiento del preso político cubano Wilman Villar tras una huelga de hambre pone de relieve que algo va a cambiar en las relaciones con el régimen castrista. Los Castro hicieron un gesto hacia las nuevas autoridades de España, poniendo en libertad al periodista y empresario español Sebastián Martínez Ferraté. El Gobierno lo agradeció, pero parece obvio que no va a mantener una política tan complaciente como la que desarrollaron los Ejecutivos de José Luis Rodríguez Zapatero y especialmente su ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.

 

 

 

 

 

Cuando murió Orlando Zapata, en febrero de 2010, también tras una huelga de hambre, la reacción del Gobierno fue bastante más lenta. Zapatero, que conoció la noticia cuando iba a participar en una sesión sobre la pena de muerte en la sede de la ONU en Ginebra, eludió cualquier referencia a lo sucedido. Sólo un día más tarde, ya en Madrid, en una reunión en el Congreso de los Diputados, ante las críticas recibidas, “lamentó” el fallecimiento del disidente y exigió, de manera clara, al régimen cubano la liberación de todos los presos políticos.

 

 

 

 

 

Ahora, el Gobierno actual se ha expresado en términos parecidos, aunque lo ha hecho mucho más rápidamente, a través de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo. Además, éste ha hecho algo que, al menos que se sepa, Moratinos no hizo: llamar a la familia del fallecido para expresarles personalmente sus condolencias. Además, García-Margallo conversó con la presidenta de las Damas de Blanco, Berta Soler.

 

 

 

 

 

Es obvio que una parte del cambio en las relaciones va a estar en la atención que se preste a la disidencia. Moratinos no se involucró personalmente. Se negó a recibirlos cuando viajó a La Habana. Dejó que los contactos con los disidentes se llevaran, lo más discretamente posible, desde la Embajada y, a lo sumo, a través de alguno de sus directores generales, como estrategia para lograr un mejor entendimiento con las autoridades castristas. Gracias a ello, favoreció la salida de las cárceles de más de un centenar de presos políticos, que en su mayor parte fueron desterrados a España, junto con sus familiares.

 

 

 

 

 

Sin embargo, el régimen castrista no tiene desocupadas sus cárceles. Sigue deteniendo a quienes discrepan y piden libertad, como ha sucedido con Wilman Villar. El Gobierno de Mariano Rajoy no renuncia a mantener una relación con las autoridades cubanas, pero, al menos por ahora, parece que no va a dejar de lado a los disidentes y, desde luego, no va a insistir en la supresión de la Posición Común europea, por la que abogó Zapatero. Habrá que ver cuál es la reacción de Raúl Castro.

PS. Pocas horas después de escribir este post, llegó la respuesta cubana al Ejecutivo español. El Ministerio de Asuntos Exteriores calificó de "inaceptables" las declaraciones del Gobierno español y afirmó que España no tiene "la más mínima autoridad moral" para enjuiciar a Cuba. Todo apunta a que la relación no va a ser fácil.

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Luis Ayllón el

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