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Blogs Terminal Cero por Luis Ayllón

“Soy Zapatero” “Vale. ¿Hay alguien más?”

Luis Ayllón el

Ya conocerán el chiste de aquel incrédulo que, tras un accidente de tráfico queda colgado de una rama sobre un precipicio.
-“¿Hay alguien ahí abajo?, pregunta, en su desesperación.
-“Sí, soy tu ángel de la guarda. Suéltate y caerás en mis brazos”, le responde una voz amistosa
– “Vale, pero…-grita- ¿hay alguien más?”.

Seis millones, seis millones. Barbarie. Dolor. Memoria. Paz. Paz. Son palabras de Zapatero. Por supuesto, no se refería al aborto, pese a que, en España, al ritmo de 100.000 anuales y con la amenaza de la nueva ley que desprotege mucho más todavía la vida del no nacido, no tardaremos, por desgracia, en llegar a esas cifras. No. Zapatero recurrió a esa cadena de palabras impactantes, con un estilo que ya ha utilizado en otras ocasiones similares, al firmar en el libro de honor del Museo del Holocausto de Jerusalén. Y añadió: “Con mi afecto al pueblo judío, con mi amistad para Israel”. Podía haber agregado también “con mi kipa”, después de colocársela cuidadosamente en su afán por hacerse perdonar en unas horas los mandobles  y afrentas que, desde que esta en el Gobierno, ha lanzado a Israel y que los israelíes, desde luego, no olvidan. Así que, ya me dirán cómo puede Zapatero desempeñar un papel de acercamiento con los países árabes más enemistados con Tel Aviv. Ni con presidencia europea ni con nada.

Mucho menos, si el tiempo que se dedica a estar en Israel no llega ni 24 horas –otro agravio que los israelíes no han ocultado. A Zapatero no le han quedado ni unos minutos para ir al muro de las lamentaciones, y mira que tiene cosas de las que lamentarse. Prefiere que sus lamentos se oigan en España y sale pitando de vuelta a casa, tras pasar velozmente por Siria, por Palestina, por Jordania, por el Líbano. Con la cantidad de veces que Moratinos ha estado por la región –es como su segunda casa-, debería saber que la cultura de la región reclama abordar las cosas con más tiempo y que a la gente le gusta que visiten sus lugares de interés. No es hacer turismo. Es, en el fondo, lo del té que te ofrecen en los bazares, mientras te intentan vender la alfombra. Se habla de todo y se hace el negocio.

En cualquier caso, es cuando menos curioso, después de casi seis años de espera para viajar a Washington y a Oriente Próximo, el afán de Moncloa por presentar la gira de Zapatero como la de un gran estadista que va de la Casa Blanca a la Mukata de Arafat, pasando por el camino de Damasco, hablando con unos y con otros, sugiriendo veladamente que podría estar llevando a cabo cierta misión. Como si llevara la solución del problema en sus manos, como si su paso por la presidencia del Consejo Europeo fuera a resultar vital para el futuro de la región. Su paso por allí nos ha dejado otra de esas frases voluntaristas –como cuando iba a resolver el conflicto del Sahara en seis meses- al asegurar que está “dispuesto a mojarse” a favor de la paz. Como el del chiste, sirios, palestinos o israelíes se preguntarán si hay alguien más. De momento, su atención parece centrarse en el enviado especial de Obama a la zona, George Mitchell, que lleva un poco más de tiempo intentando poner de acuerdo a las distintas partes.

 

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