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La verdadera historia de la Cumbres Iberoamericanas

La verdadera historia de la Cumbres Iberoamericanas
Luis Ayllón el

Veintitrés años de Cumbres Iberoamericanas han dado para mucho, sobre todo porque, más allá de los temas oficiales que han centrado las reuniones, el foco de la Prensa se ha puesto casi siempre en personajes, incidentes, debates o situaciones que han terminado por ocupar los titulares de los medios de comunicación.

Además del Rey Juan Carlos, presente en todas las cumbres hasta que el pasado año no pudo acudir por una intervención quirúrgica, uno de esos personajes que acaparó siempre la atención de los informadores fue Fidel Castro, al menos en los diez primeros años, ya que, después, dejó de asistir.

Así, en la reunión inaugural, en Guadalajara (México), una cumbre que muchos recordarán por una abundante presencia de mariachis, Castro fue el único jefe de Estado que acudió vestido de militar. Había gran expectación por su discurso, después de que el presidente mexicano Carlos Salinas y el jefe del Gobierno español, Felipe González, le advirtieran de que se le acababa el apoyo de la Unión Soviética, a punto del colapso en 1991. Castro, que no se quitó la gorra militar en los cuarenta y cinco minutos que duro la entrevista, ni se inmutó.

El comandante volvió a protagonizar la cumbre de 1992 en Madrid, donde tuvo una fría acogida por parte del resto de los mandatarios, algunos de los cuales lanzaron en sus discursos llamamientos en favor de la libertad y la democracia claramente dirigidos a Castro. Su uniforme militar seguía siendo el único en la reunión de mandatarios. Cuando le tocó brindar en la cena de gala, alzó su copa y brindó por el Rey, afirmando: “Yo no soy realista; soy juancarlista”.

Un par de años después, en la Cumbre de Cartagena de Indias (Colombia) ya pudo verse al comandante cubano sin su sempiterno traje militar caqui. Lo sustituyó por una guayabera, que fue el uniforme que aconsejó el Gobierno de Colombia para combatir el calor.

La cercanía de la población de la bella ciudad colombiana, que rodeó los autocares en que se desplazaban los mandatarios o el desconcierto para saber en qué avión de los tres iguales que llevó la delegación cubana iba Fidel Castro fueron otras de las anécdotas de la reunión.

El intercambio de corbatas

También en 1996, en Viña del Mar (Chile), Castro fue el protagonista, esta vez junto a José María Aznar, que se había estrenado unos meses antes como presidente del Gobierno en España y no sólo porque le dijera que si movía pieza el también lo haría, sino porque allí se produjo el famoso intercambio de corbatas entre ambos. Según el presidente argentino Carlos Menem,  que presenció la escena, Aznar al colocársela la suya a Castro le tranquilizó diciendo que “es una corbata no una soga”. Luego, en broma, el presidente español dijo a la prensa: “No se ha llevado una mala corbata. Es una de las mejores que ha usado en su vida”.

Para desesperación de los organizadores, Fidel Castro siguió siendo la estrella de las cumbres, al menos en cuanto a la atención prestada por los periodistas. Su maratoniano discurso en la reunión de Oporto, en 1998, hizo abandonar la sala alguno de los mandatarios. Sin embargo, ese fue el año de la momentánea “reconciliación” con Aznar y de una larga conversación con el Rey Juan Carlos, lo que tendría como consecuencia que Castro aprovechara su presencia en Portugal para viajar unos días después a Madrid y a Galicia. La cumbre coincidió con la detención preventiva en Londres de Augusto Pinochet para que pudiera ser interrogado por la Justicia española, una circunstancia que, sin duda a Castro le hizo pensar en la conveniencia o no de seguir saliendo de Cuba.

Calles desiertas en La Habana

La cumbre del año siguiente, 1999, fue precisamente en La Habana, lo que propició que los Reyes de España viajaran por vez primera a Cuba, aunque no lo hicieron de manera oficial para una visita bilateral. Eso molestó a Castro que se ocupó de que durante el paseo que dieron por La Habana Vieja Don Juan Carlos y Doña Sofía las calles estuvieran prácticamente desiertas. Aznar aprovechó para visitar la casa de sus abuelos y también para reunirse con disidentes anticastristas.

Agrio debate en Panamá

En el año 2000, la cumbre se celebró en Panamá y allí se pudo asistir a una agria discusión, transmitida involuntariamente en directo, entre el presidente cubano y el presidente de El Salvador, Francisco Flores –respaldado en la sombra por Aznar- a cuenta de la inclusión de una condena al terrorismo de ETA, que Castro quería completar con otra de condena a lo que calificaba de terrorismo de Estado por parte de Washington.

Además, Castro acusaba a Flores de connivencia con un posible complot de elementos antricastristas para acabar con su vida durante la cumbre. Esa circunstancia fue determinante para que el comandante dejara de acudir a las cumbres, de forma que la atención de los periodistas comenzó a centrarse en otros mandatarios, especialmente en Hugo Chávez.

Letizia Ortiz en Panamá

En Lima en 2001, hubo algunas situaciones curiosas de protocolo con saludos como el que dedicó el presidente del Gobierno español, José María Aznar, a su colega nicaragüense, Arnoldo Alemán, con un simple: “¡Hombre, gordo!” que captaron las cámaras.

En 2002, la Cumbre se celebró junto a las hermosas playas de Punta Cana, en la República Dominicana, a donde el avión de la Fuerza Aérea española que llevaba José María Aznar tuvo problemas con su tren de aterrizaje, lo que impidió al presidente del Gobierno estar a la llegada del otro aparato en el que viajaban los Reyes. Una de las periodistas que cubría la información en aquella cumbre para Televisión Española era Letizia Ortiz, futura Reina de España.

Terremoto en Costa Rica

Dos años después, en Costa Rica, en una cumbre con ausencia de siete mandatarios, que llevó a exclamar al entonces líder de la oposición, Mariano Rajoy, aquello de que no había ido “ni el Tato”, el protagonista fue un fuerte terremoto que se produjo en las primeras horas de la madrugada. Los participantes, tras percibir cómo sus camas eran sacudidas con violencia tuvieron que salir al exterior para colocarse en lugares más seguros. El presidente costarricense. Abel Pacheco, explicaba así cómo lo vivió Don Juan Carlos: “El Rey creyó que era un tren que pasaba muy cerca del hotel, pero cuando vino el segundo meneón, dijo no, esto no es un tren”.

En 2005, la Cumbre volvió a España, concretamente a Salamanca, coincidiendo con los treinta años de reinado de Don Juan Carlos, a quien todos felicitaron. Y aunque Fidel Castro no asistió, pese a que el Gobierno español le esperaba, Cuba fue protagonista porque uno de los grandes debates fue la alusión al bloqueo de Estados Unidos a la isla, que la Embajada norteamericana pidió a España que se suavizara.

En 2006, en la Cumbre de Montevideo, el Rey aceptó por vez primera ejercer de manera pública y formal sus buenos oficios, actuando como facilitador entre Argentina y Uruguay para resolver el contencioso que mantenían por la instalación de una fábrica de celulosa en las márgenes del rio Uruguay.

¡¿Por qué no te callas?!

En 2007 tuvo lugar, en Santiago de Chile, el que quizás sea el incidente más sonado de estas reuniones: el famoso “¡¿Por qué no te callas?!, que lanzó el Rey al presidente venezolano cuando este insistía en lanzar acusaciones contra el ex presidente a Aznar, sin escuchar las llamadas a la calma de José Luis Rodríguez Zapatero. Tras una tensa situación, Chávez diría posteriormente. “Muy rey será, pero no me puede hacer callar. Yo también soy jefe de Estado y elegido tres veces”. La oposición antichavista comenzó a utilizar tomar la frase de Don Juan Carlos como slogan.

En 2009, la reunión fue en Estoril y Cascais, en Portugal, y el interés periodístico se centró en la situación en Honduras, donde había sido depuesto el presidente Zelaya. Un año más tarde, en 2010, tuvo lugar la primera y única ausencia de un presidente de Gobierno español en una cumbre iberoamericana: Rodríguez Zapatero canceló su presencia a última hora acuciado por la crisis económica que vivía España y la necesidad de adoptar medidas.

Pasar por el taller

El presidente del Gobierno volvió a asistir al año siguiente, en 2011, en Asunción a la cumbre, en la que el presidente boliviano Evo Morales, gran aficionado al fútbol, pidió a Don Juan Carlos que la Cumbre de Cádiz del año próximo coincidiera con un partido del Real Madrid y el Barcelona, “los dos mejores equipos del mundo”.

En Cádiz, la tercera cumbre que acogía España, en plena crisis económica, se recurrió por primera vez al patrocinio de empresas privadas para financiar parte de las actividades, pero la anécdota la protagonizó, una vez más el Rey, al anunciar al resto de los mandatarios, que en cuanto concluyera la reunión tenía que “pasar por el taller”, en alusión a una operación de cadera a la que iba a ser sometido.

La Cumbre de Panamá de 2013 fue la primera a la que no acudió Don Juan Carlos, precisamente por su convalecencia de otra intervención quirúrgica. España estuvo representada por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aunque el Príncipe de Asturias asistió a los actos paralelos no incluidos en el programa de la reunión. El Rey envió un mensaje de video grabado, en el que expresaba su confianza de volver a estar presente en la cita de 2014 en Veracruz. Finalmente, no ha sido así. Tras su abdicación, la representación de España la ostenta en el nuevo Monarca, Felipe VI.

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