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La diplomacia del gas argelino

Luis Ayllón el

Entiendo que hay importantes intereses económicos que preservar. Argelia nos suministra el 40 por ciento del gas que consumimos en España y, con la entrada en funcionamiento del gasoducto Medgaz, que une los dos países, el porcentaje se elevará al 45 por ciento en el año 2014. Trinidad Jiménez hace bien en ser cautelosa y diplomática ante su colega argelino Murad Meldeci. Pero no hay necesidad, sobre todo en estos momentos, de ofrecer la imagen de que se dan por buenas actitudes de un régimen como el de Buteflika que, desde hace muchos años, ahoga las libertades de su pueblo y que, en el terreno bilateral, no han puesto fáciles las cosas a España a la hora de negociar los precios del gas.

 

 

 

 

En su comparecencia con Meldeci, la ministra dijo que habían “coincidido” en que es preciso respetar el derecho de los ciudadanos a "manifestar libremente sus opiniones e ideas" y además en que no se debe usar la fuerza con quienes pacíficamente reclaman más derechos y libertades. Tal declaración hubiera sido comprensible junto al representante de un Gobierno que funcione con los mismos estándares que los gobiernos occidentales democráticos, pero es desafortunada, tratándose de Argelia.

 

 

 

 

No se ve la coincidencia por ningún lado. Sólo unas horas después, se confirmó que Buteflika no está dispuesto a respetar que los ciudadanos puedan manifestarse, y que va a emplear toda su fuerza policial en reprimir cualquier intento de expresar discrepancias con el régimen. Los argelinos volvieron a intentarlo este sábado, con escaso éxito, por la actuación de la Policía argelina, pero, más tarde o más temprano, los vientos de libertad  que recorren el mundo árabe terminarán por llegar a Argelia.

 

 

 

 

La ministra de Exteriores debería tener cuidado a la hora de expresar opiniones que pueden ser interpretadas como apoyo a un régimen dictatorial, que, como ocurría con Mubarak, utiliza –junto con el factor que supone ser un gran suministrador de gas- el argumento de que controla el radicalismo islamista, para que Occidente le permita seguir con su política.

 

 

 

 

Argelia
Luis Ayllón el

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