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La Alianza de la Navidad

Luis Ayllón el

Entre las múltiples prioridades que se marca el Gobierno para el semestre de presidencia española de la Unión Europea figura la de aprovechar la circunstancia para tratar de extender entre sus socios europeos el proyecto de Alianza de Civilizaciones. No es que se lo plantee como el gran objetivo, pero dado de que se trata de una iniciativa de Zapatero, pues hay que mantener la llama sagrada como sea. Porque lo cierto es que la llama languidece y no es de extrañar, teniendo en cuenta los aliados que se ha buscado el Gobierno para este proyecto, empezando por la Turquía de Recep Tayip Erdogan, que no es precisamente un modelo de convivencia ni de apertura a otras religiones.

 

 

Saco esto a colación, con permiso del lector, porque en la cercanía de las fechas de Navidad, vivimos momentos en que, para algunos, cualquier cosa que recuerde el Nacimiento, la Muerte o la Resurrección de Jesús, debe ser proscrito o, al menos, escondido en aras del diálogo y la convivencia con quienes profesan una fe distinta de la cristiana. Lo curioso es que cuando se invoca el respeto a otras creencias para retirar los crucifijos de las aulas o los belenes de los centros escolares, no suelen ser, por ejemplo, los musulmanes los que se sienten molestos. Es lógico. A mí, como cristiano, tampoco me molesta que en un colegio o en un centro público de un país musulmán haya algún signo que recuerde a Mahoma. Y he podido viajar por bastantes países musulmanes, en muchos de los cuales, no es que las cosas sean precisamente fáciles para los cristianos que viven allí.

 

 

Las iniciativas abolicionistas suelen venir de algunos cristianos que normalmente tiene una fe débil o que hacen alardes de un laicismo con el que pretenden erradicar cualquier tipo de referencia a Dios en la vida pública relegándola a la esfera de lo privado, como si el cristiano no tuviera el mismo derecho que los demás a que sus ideas sean tenidas en cuenta. No está lejano todavía el debate que se mantuvo durante la elaboración del Tratado Constitucional de la UE, el Tratado de Lisboa, que ahora acaba de entrar en vigor, sobre la conveniencia o no de incluir en el preámbulo una referencia a las raíces cristianas de Europa. Las presiones de unos y los complejos de otros impidieron que se plasmara sobre el papel lo que es una realidad. Y si no, ¿qué es lo que estamos celebrando estos días, todos, sin excepción, a lo largo y ancho del Viejo Continente? Esa si es una auténtica Alianza. Les deseo una Feliz Navidad.

 

 

Política Exterior
Luis Ayllón el

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