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El fútbol, la Marca España y la política exterior

El fútbol, la Marca España y la política exterior
Luis Ayllón el

La final de la Champions League que se adjudicó el Real Madrid en Lisboa tras vencer al Atlético de Madrid, ha sido, entre otras cosas, un nuevo escaparate para mostrar al mundo la potencia del fútbol español en los últimos años: Un campeonato del mundo, dos copas de Europa, y dos equipos españoles como campeones en la Champions y en la Europa Ligue en este mismo año.

Se trata de un palmarés que refleja el poderío indiscutible del fútbol en nuestro país y eso ha hecho pensar al Gobierno en la posibilidad de utilizarlo como un elemento de política internacional. Al menos es lo que se desprende de un informe interno elaborado en el Ministerio de Asuntos Exteriores, y que ha sido difundida por Europa Press, sobre las posibilidades de poner en marcha lo que puede llamarse una “diplomacia deportiva”.

El informe, preparado por la Oficina de Análisis y Prevención del Ministerio de Asuntos Exteriores, no es, de ninguna manera triunfalista sobre el alcance y la repercusión de los triunfos futbolísticos. Al contrario, pone de relieve que, pese a lo que pueda pensarse a primera vista, a nivel interno el impacto en la sociedad “no es muy profundo” y, sobre todo no es la panacea, como pudiera pensarse, para reforzar el sentimiento de unidad nacional.

Donde el informe ve mayores posibilidades de sacar rendimiento a las victorias de equipos y selección española es en la política exterior. Por un lado, apunta a algo que entraría dentro de las tareas de la Marca España: vincular a “la Roja” o a sus jugadores a realidades y campos en los que nuestro país es puntero en el mundo, como por ejemplo el sistema de trasplante de órganos.

Por otra parte, plantea algo que puede resultar más complicado, pero que ya han utilizado en alguna ocasión otros países: aprovechar el prestigio de la selección española para ayudar a procesos de reconciliación en terceros países después de un conflicto. En este sentido se cita como precedente la presencia de la selección de fútbol de Brasil en un encuentro contra Haití en 2004, en el que se distribuyeron entradas a cambio de armas, en medio de los esfuerzos por desarmar a los rebeldes leales al depuesto presidente Jean Bertrand Aristide.

Concretar este tipo de actuaciones no es fácil y, desde luego, el peso de España en el mundo debe ser medido, sin duda, por otras variables, pero si en estos momentos se dispone de un instrumento como el del buen hacer futbolístico, no está de más que se estudie si es posible sacarle partido para hacer más presente a nuestro país en el concierto internacional.

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