El embajador que vino del Sahara
Marruecos tiene por fin embajador en España. Ahmedu Uld Suilem abandonó en julio de 2009 el Frente Polisario -donde, desde 1975, había tenido bastantes cargos de responsabilidad- y se pasó a las filas marroquíes. Una deserción en regla que los saharauis no perdonan y que Mohamed VI se ha ocupado de resaltar, nada menos que encargándole hacerse cargo de la Embajada en Madrid. No se puede decir que sea un detalle de delicadeza con el Gobierno español, que, en su política de abandono de la causa saharaui, por aquello de que hay otros intereses más importantes en juego, ha tenido también que tragar con este nombramiento, anunciado,por cierto, en abril y no consumado hasta ahora.
Casi un año ha tardado Mohamed VI en cubrir la vacante dejada por Omar Azziman. Para tratarse de dos países que, según el Gobierno español, tienen excelentes relaciones, se antoja un tiempo excesivamente largo. En ese periodo además ha habido numerosos incidentes, unos bilaterales, y otros relacionados con el Sahara, un asunto que en España se considera prácticamente de política interior.
De hecho, la reciente llegada en patera de una veintena de saharauis a Fuerteventura, pidiendo asilo político plantea un serio problema a las autoridades españolas, que se ven en la disyuntiva de rechazar la petición, con la seguridad de que la opinión pública –especialmente los sectores de izquierdas- criticará la decisión, o de resolverla favorablemente, lo que, indudablemente, causará malestar en Rabat. Si el Gobierno concede el asilo político a los saharauis estará reconociendo que en Marruecos no se respetan plenamente los derechos humanos y eso Mohamed VI se lo va a tomar bastante mal. No descarten, entonces, nuevos incidentes, que nuestros vecinos saben muy bien como hacer que se produzcan. Será la primera prueba de fuego para el nuevo embajador.
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