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Blogs Terminal Cero por Luis Ayllón

De la Alianza de Civilizaciones al Consejo de Seguridad

Luis Ayllón el

Resulta cuando menos curioso ver  participar al ministro de Asuntos Exteriores de un Gobierno del PP en una reunión de la Alianza de Civilizaciones, después de las abundantes críticas vertidas desde la oposición contra la iniciativa estrella de José Luis Rodríguez Zapatero. Lo que les hubiera pedido el cuerpo a Mariano Rajoy y a José Manuel García-Margallo es haberse desvinculado totalmente del proyecto que Zapatero consiguió -a base de poner encima de la mesa unos cuantos millones de euros-, que la ONU hiciera suyo. Pero suele suceder que las cosas cuando se llega al Gobierno se ven ya de otra manera. Y, en este caso, se impone la “real politik”. Ya lo contamos hace meses en este blog: como el asunto está ya en Naciones Unidas y aspiramos a un puesto de los no permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU, no podemos permitirnos un desdén a la sede del multilateralismo.

 

 

 

Así que, aunque Margallo dijo aquello de que “no está la Magdalena para tafetanes”, el Gobierno ha terminado rascándose el bolsillo y aportará este año algo más de 100.000 euros y el que viene unos 200.000, para la Alianza de Civilizaciones. No son las generosas cifras que manejaba el anterior gobierno cada año, pero es más de lo que ponen algunos países que se apuntaron al Grupo de Amigos de la Alianza como el que apunta a un club al que no va nunca o casi nunca.

 

 

 

Es también curioso que precisamente el gran aliado de Zapatero en la Alianza de Civilizaciones, el primer ministro turco, Recep Tayip Erogan, esté también en el origen de la decisión de Rajoy de mantener el apoyo a la iniciativa. Porque Turquía es nuestro principal rival en la lucha por un puesto en el Consejo de Seguridad.

 

 

 

No se puede decir que Erdogan se portara muy bien con su amigo Zapatero. España había anunciado en 2005 su candidatura al Consejo de Seguridad para el bienio 2015-2016, con el deseo de continuar la cadencia que venía de estar en ese organismo cada diez u once años (la última vez en el bienio 2003-2004). La decisión del Gobierno había sido acertada, porque no parecía haber muchos candidatos para los dos puestos dentro del grupo WEOG, en el que están los países occidentales y algunos más como Israel o Turquía. Sólo Nueva Zelanda, con una gran tradición en Naciones Unidas, aspiraba también al puesto.

 

 

 

Sin embargo, Turquía, que ha estado ya en el Consejo de Seguridad recientemente (en el bienio 2009-2010), anunció por sorpresa su candidatura a mediados del pasado año, provocando un gran malestar en el Ejecutivo de Zapatero, porque los turcos son un rival muy difícil de batir, dadas los apoyos con que cuenta en los países de la Conferencia Islámica y su conexiones con el mundo árabe, a lo que se añade que dispone de más fondos que España para hacer su campaña.

 

 

 

Aún así, España decidió seguir adelante, confiando en vencer a Turquía, y es de elogiar que, por una vez, al producirse un cambio de un Gobierno a otro de distinto color político se haya decidido continuar con la candidatura. Pero no será tarea fácil, ni siquiera aguantando -haciendo de la necesidad virtud- en la Alianza de Civilizaciones y desprendiéndose de unos cientos de miles de euros que tanta falta hacen en España.

 

 

 

Política Exterior
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