La futura puesta en marcha del Servicio Europeo de Acción Exterior, que corresponde a Catherine Ashton, está movilizando tanto a los diplomáticos españoles como al propio Ministerio de Asuntos Exteriores. Hay una avalancha de diplomáticos que han expresado su deseo de pasar a formar parte de la nueva diplomacia europea, entre otras cosas porque no ven grandes posibilidades de promoción a nivel nacional.
Pero, además, desde el departamento que dirige Moratinos se trabaja para hacerse con alguna de las jefaturas de delegación de la Unión Europea en distintas capitales.
Un total de 32 de estas nuevas “embajadas” comunitarias tiene que ser cubiertas el próximo verano y la candidaturas han de ser presentadas antes del 2 de abril. El Gobierno cree que España podría conseguir, al menos un par de ellas, y el debate que se ha abierto entre los altos cargos de Exteriores es si sería más conveniente apuntar hacia las zonas en las que España tiene influencia, como Iberoamérica, o hacia otras partes del mundo. Al parecer la tesis que se está imponiendo, apoyada por el propio Moratinos, es que, dado que en las capitales iberoamericanas, las embajada de España tiene siempre un gran peso, es preferible esforzarse por conseguir una mayor presencia española en otros países del tipo de Sudáfrica o China.
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